Capítulo 1❤️

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—Ese fué un nuevo récord, Applejack —solto Sunset mientras se recostaba a la barra, quedando frente a mí.

Hice una mueca.

—Solo quería acabar rápido; no me gusta estar aquí —le confesé, tomando un sorbo de cerveza— ¿dónde está Spitfire? Ya quiero irme.

Ella se encogió de hombros.

—¿Por qué habría de saberlo? ¿acaso soy su niñera —me respondió con una molestia fingida. La mire mal— ¿qué? es la verdad —se excusó divertida.

Negué con la cabeza, Sunset Shimmer no tenía remedio.

—Fué una buena pelea —me felicitó Spitfire, conduciendo su preciado Chevrolet Corsa negro— Estoy orgullosa, pero creo que ya es tiempo de qué comiences una carrera; una universitaria —me hizo saber con cierta firmeza en sus palabras.

Suspiré, ésa no era una petición en lo más mínimo.

—Lo sé, Spitfire —le respondí sin dejar de mirar por la ventana—. Pero no quiero ausentarme en la banda; más de lo habitual y ni siquiera sé que es lo qué quiero estudiar.

El silencio reino hasta qué Spitfire aparco frente a mí departamento.

—En la capital hay una buena universidad, yo tengo un contacto allí. Puedo conseguirte una beca —me propuso, llamando mí atención en lo absoluto—. Escoge lo que quieras, mientras te repare un buen futuro será suficiente.

Asentí y bajé del auto.

—Una cosa más —me hizo saber—: no llames la atención.

Una sonrisa traviesa se dibujo en mí rostro.

—No te prometo nada...

El sol aún estaba oculto, descansando en su lecho, pero no todos teníamos la dicha de hacer lo mismo.

—Ya está listo —celebre cuando termine de preparar la mezcla "casera" para hacer panqueques—. Menos mal encontré éste delantal —solte al caer en cuenta de como me había ensuciado.

Después de un rato ya el desayuno estaba listo y servido en el comedor.

—Buen día, Mérida —salude a mí hermana, mientras desayunaba.

Ella se acercó a mí.

—Buen día —me saludo aún adormilada—. No escuché cuando llegaste anoche —me hizo saber mientras me abrazaba y soltaba un sonoro bostezo en el proceso.

Correspondí al abrazo y luego le hablé:

—No quería despertarte —me excusé, tomando un sorbo de café— Anda a arreglarte, no quiero que llegues tarde al colegio y el desayuno se te enfría.

Ella asintió y se fué a ser lo pedido.

—Merida, ¿estás lista? —pregunte apurada, tocando la puerta de su habitación— Ya debo irme.

La puerta se abrió y dejo ver a la mí afable hermana.

—Estoy lista, pero no puedo arreglar mí cabello —empezó a explicar mientras jugaba con sus manos— ¿puedes ayudarme? —me pidió haciendo un puchero, negué con la cabeza— Por favor.

—Merida, perderé el autobús.

—Por favor ¿sí?

¿Cómo podía resistirme a ésos ojos celestes?

—Aja —acepte a regañadientes y entré a su habitación.

A su muy ordena e impecable habitación, para ser específica.

—Merida. Apartir de hoy llegaré un poco más tarde —le expliqué, empezando a cepillar su ondulado y rubio cabello— Le pedí a Naomi que te busque al salir de clases y qué te traiga a casa.

Mérida frunció el entrecejo, observando me por el reflejo del espejo.

—¿Por qué Kenai no pasará por mí? —protesto—. Yo quería jugar con él y con Scott.

Resoplé.

—Él estará ocupado, todos lo estamos —le respondí, empezando a molestarme. Até la larga trenza con una liga azul y dejé el cepillo en la peinadora—, en la vida real no se vive de juegos —murmure lo último.

No quería ser tosca, en verdad no quería, pero ella debía aprender y la única forma de que eso fuera posible, era sabiendo la verdad.

—Yo... yo lo lamento —intentó disculparse, al ver mí reacción y éso me hizo sentir mal.

—Merida Alejandra Russell Almeida, no hiciste nada malo —aclare, agachando me a su altura—; pero debes madurar, no podré cuidarte por siempre y lo sabes —hize una pausa y sonreí— Te amo, Merida. Eres lo más importante en mí vida; sobre todas las cosas.

Y la abrace con fuerza...

Bajé del autobús y camine hacía estación del metro.

La universidad de San Paulo quedaba
bastante lejos de mí apartamento, pero valdría la pena el esfuerzo sí conseguía un título y un buen empleo. Así mí hermana podría disfrutar de un mejor presente y un mejor por venir.

Algo que yo no tuve cuando era niña.

Compré mí boleto y me dispuse a esperar a que llegara el metro, ya pasaban de las seis de la mañana y la estacion estaba rebosada de gente.

—Hola ¿qué tal? —me saludo con una gran sonrisa una chica.

¡Mí madre! ¡Me asusto!

Me incorporé y la miré.

—Bien —me límite a decir. Con el entrecejo fruncido; en verdad me había tomado por sorpresa.

La chica de cabello negro, mechas verdes y moradas me miró con curiosidad.

—Me dirijo al centro y ¿tú?

No le respondí; no era una antisocial, pero tampoco andaba por ahí, conversando con cualquiera qué se cruzará en mí camino.

—Por cierto, me llamo Starlingth,  Starlingth Glimmer —se presentó extendiendo me su mano de forma amistosa— Un gustó.

Ante mí silencio, se limitó a guardar su mano en los bolsillos de sus jeans negros.

—Creo que no te gusta socializar con desconocidos... —murmuro recostandose en la pared.

La miré de reojo.

Sentí un leve remordimiento, esa chica estaba siendo amable y yo; todo lo contrario.

Me levanté de la banca y me acerque a ella.

—Me llamó Jackeline, Jackeline Russell.

Volviendo a Vivir (Appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora