El desayuno transcurría en silencio, por dos razones:
La primera; nadie tenía ganas de hablar ¿quién en su sano juicio tienes ganas de hablar a las cuatro de la mañana?
La segunda; era el gran día, el día qué decidiría el futuro de los Alfas. Íbamos a entregar a Kac, mí hermano, a cambio de una tregua, pero la vida nos había enseñado qué los Coyotes no eran de fiar, y éso nos mantenía inquietos.
—Ire a alistar al sujeto —hizo saber Soarin, levantándose.
Le dí último bocado a mis tajadas.
—Te acompañaré —me apresure a decir, tragando grueso mí desayuno.
Me iba a levantar, pero Spitfire me lo impidió:
—No irás a ningún lado, Applejack —me ordenó, con el ceño fruncido. La mire confundida—. Sunset, acompaña a Soarin a alistar al individuo, no quiero qué haiga accidentes —ambos se levantaron, asintieron y se fueron—. Ember, prepara la camioneta.
—Sí, señora —respondió ella antes de marcharse.
Resoplé.
—¿Qué sucede? —exigí saber.
Spitfire no me respondió, pero su lengua corporal lo decía todo; había algo qué no quería decirme.
—¿Qué sucede, Kenai? —le dije al moreno, éste se rasco la nuca.
Nervioso.
—Applejack... —empezó a jugar con sus manos—. Spitfire cree qué lo mejor es qué te quedes —soltó de golpe, miré a mí mentora y está asintió—. Sabemos qué es tú hermano, puede qué sea difícil para tí...
Me levanté.
—Ire —sentencie.
Ambos intercambiaron miradas.
—Reina, no tienes qué sentirte obligada a ir —intento convencerme Kenai, pero no lo iba a lograr.
¿Cómo podría dejarlos solos en algo tan importante?
Y para rematar Spitfire estaba herida, no podía usar su brazo derecho; no podía disparar. Éso la convertía en un blanco facil y ¿sí todo se salía de control?
No, yo tenía qué ir y éso no estaba a discusión.
—Ire —volví a repetir. Miré a Spitfire— ¿puedo retirarme?
Ella se levantó y negó con la cabeza.
—Acompañame.
...
Empezé a retirar la venda; estaba empapada de sangre.
—No debiste haber estado entrenando, así nunca vas a sanar —opiné, mientras le aplicaba una especie de pomada para las heridas—, por lo menos las suturas están intactas.
Tomé una venda limpia y la envolví con cuidado en el brazo de Spitfire.
—¿Tomarás algo para el dolor? —le pregunte cuando termine.
Me quité los guantes y los metí en una bolsa desechable, junto a la venda.
—No. El dolor es psicológico, Applejack —sí, porsupuesto, y yo soy Wonder Woman—. Antes de irte, ayúdame con la chaqueta.
Asentí y tomé la linda chaqueta de cuero qué estaba sobre la cama.
...
Entré al garage y no tarde en divisar a mí mejor amiga.
—¿Qué te sucede, Sunset? —cuestione preocupada, ella me miró confundida— ¿Por qué estás fumando?
Le dió otra calada al "cigarrillo", soltó el humo blanco como sí nada.
—Estoy estresada —alegó con lentitud.
Alcé una ceja.
—Ésa no es excusa —declaré seria— ¿Acaso quieres recaer? La última estuviste al borde de la muerte.
Gracias a una sobredosis.
—Applejack, todos los días estamos al borde de la muerte —soltó entre risas
Pero ése no era el punto.
Sunset podía fumar un poco por "diversión" sí es qué se podía llamar así a ése vicio, pero cuando lo hacía para calmarse o olvidarse de lo qué sea qué la agobiara; era un problema.
—Traé acá —bufé y le arrebaté el rollito a medio fumar—. Ésta es una misión importante, te necesitamos cuerda —la regañé y arrojé el rollito al suelo—. Ya tengo muchas cosas en la cabeza cómo para tener qué preocuparme por tí, Sunset.
Ella me miró y rompió en carcajadas.
—¿Qué es lo gracioso?
Se puso sería por un momento.
—¿El chico al qué le vómito un unicornio el cabello también está entre tus "preocupaciones" —y volvió a romper en carcajadas.
Abrí la boca, indignada.
—Sunset, mejor ve a tomarte algo para contrarrestar los pésimos efectos de lo qué sea qué estabas fumando.
Ella asintió sin dejar de reír y se fué.
—Carajos, Sunset —bramé y patee una botella vacía qué estaba en el suelo.
Y yo era la inmadura ¡Caracoles!
...
Salí al patio, la camioneta brindada y de color negro se encontraba estacionada cerca de la carretera y el cabeza de perinola estaba recostado a ella.
—¿todo en orden? —cuestionó Soarin cuando me acerqué a él.
Asentí y escondí mis manos en mí chaqueta; tenía frío.
—Él no paraba de llamarte, decía que quería hablar contigo —soltó de repente, haciendo qué dejara de mirar al oscuro horizonte y pusiese mí atención en él—. Tuve qué doparlo.
Suspiré
Lamentablemente ya no había tiempo para hablar, y yo se lo había explicado ayer...
—Vaya, esto es lo mejor qué he comido en años —confesó mí hermano, embullendo el plato con frigolada.
—Supongo qué la comida quedan en la cárcel no es muy apetitosa —solté sería, sin quitarle el ojo a Big Mac; no confiaba en su cordura.
Él se detuvo en seco.
—¿De dónde sacas éso hermanita? —fingió desconcierto.
¿por quién me daba?
—Se qué estuviste en la cárcel, Big Mac Alejandro Russell Almeida —reitere—. Por casi ocho años, gracias a qué asecinaste a una anciana, con un revólver Smith & Wesson M29. Trataste de huir, pero los civiles te atraparon y sí no fuese si do por la intervención de la policía; no la contarías —lo miré a los ojos—. Te iban a quemar vivo.
—Ya basta Jackeline, no es necesario qué me lo recuerdes —lloriquió.
Pero él ya había encendido la rockola, y ahora debía escuchar todas las canciones.
—Decidiste abandonar a una niña de nueve años y a una de nena de casi cuatro sólo para unirte a una mugrosa pandilla —continué, y no negare qué estaba dolida—. Nos abandonaste a la intemperie, solas sin siquiera algo de dinero; esos días fuero horribles —tomé aire—. No te imaginas lo qué tuvimos qué pasar.
—Yo iba a regresar, pero todo salió mal.
Ésa no era excusa.
—No sabés cuantas noches pasé en vela; esperando por tí —confesé con un nudo en la garganta, pero me recompuse. Me acerqué a él—. No te resistas —le advertí, y lo volví a esposar.
Tomé el plato vacío, salí de la celda, pero antes de irme, le hablé:
—Este es el adiós, hermano —declaré
con verdadera tristeza—. Apartir de mañana, no podré hacer nada por tí.
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Volviendo a Vivir (Appledash)
FanfictionDicen qué hay gente en éste mundo que está muerta en vida. Y es verdad, yo lo estuve y es horrible. Olvide lo que se sentía ser feliz, pero los conocí a ellos, y... VOLVÍ A VIVIR, pero la traición y el derramamiento de sangre me mató por segunda vez...