Capítulo 25 ❤️

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—¿Cómo te ha ido en el colegio? —le pregunté a mí hermana—. La secundaria es complicada, no dudes en preguntarme cualquier cosa.

Ella asintió, pero cabizbaja.

—Merida —deje las verduras qué estaba picando y me senté frente a ella, en el comedor— ¿Qué sucede?

Evadió mí mirada, se levantó y se fué. Éso me ofendió, pero mí desconcierto fué mayor...

Entré a la habitación de mí hermana, le llevaba su almuerzo; sopa de pollo, su favorito.

—¿Te sientes mal? —solte al verla acostada en su cama, envuelta con su cobija de unicornio—. Me estás preocupando.

Dejé el plato en la mesita de noche y me senté en la orilla de la cama.

Resoplé.

—Quiero saber qué te sucede, Mérida —volví a repetir, empezando a perder la paciencia—; y no es una petición, es  una orden.

—No me pasa nada —se ánimo a responder después de unos segundos y luego agregó:— Y aunque fuera así, no tendrías tiempo para mí.

¿Qué?

—Éso no es cierto —le reproche—. Todo lo qué hago es por tí, Mérida ¿cómo puedes pensar éso?

No me respondió. Y éso me irritó.

—Levantate señorita y come —le ordené—. No es el momento de andar con berrinches.

Me levanté. Ésa conversación ya la habíamos tenido hace un tiempo, y no tenía ganas de retomarla.

—¡¿Por qué tienes qué ser tan diferente Applejack?! —gritó Mérida a mis espaldas, me giré confundida— ¿Por qué nuestra vida debe ser tan diferente? ¿Por qué no puedes ser cómo las otras hermanas?

Y éso me dolió.

—¿Por qué dices éso?.

Ella se levantó y me encaró.

—Tan sólo llevo un par de semanas en el colegio y se me a hecho una eternidad; un infierno —empezó a decir entre sollozos—. Le ordenaste a Naomi qué fuese a buscarme toda la semana y ahora todos me molestan por éso —se secó las lágrimas con la manga de su sueter—, me dijiste qué la atracción entre el mismo género no está mal y ¿qué crees? se lo dije a mí profesor y me suspendió por una semana —me miró a los ojos, con amargura—. Dijiste qué irías a verme en el partido de fútbol y no fuiste, ni siquiera lo recordaste.

Carajos.

—Merida —empeze a decir, mientras buscaba la manera más sensata para explicar todo—, éstas últimas semanas las calles han estado demasiado agrasivas, no quería que corrirras ningún peligro, por éso le dije a Naomi qué te fuese a buscar, no sabía qué éso te iba a ocasionar problemas.

Ella agachó la mirada. Tomé su rostro con sutileza e hize qué me mirara.

—No importa lo qué tú profesor piense, lo qué importa es lo qué tú creas —continué, me encargaría de ése profesor después—. Nunca olvide tú partido, pero no pude ir porque tuvimos qué reunirnos con unas personas qué tenían información sobre el sujeto qué empezó la masacre de aquel día —la sorpresa de mí hermana era genuina—. Por éso me ausenté...

—¡Ey Applejack! —me llamó Sunset, desde el garage. Me acerqué a ella, saludando con la mano a los otros miembros de los Alfas— ¿Por qué esa cara tan larga? —me preguntó cuando llegué a su lado.

Me senté en un viejo taburete, junto a ella.

—¿Qué hay de nuevo Sunset?

—Aparte de qué iremos a buscar a ése tal Kac —me empezó a informar—, nada nuevo.

Nos quedamos en silencio. Sunset arreglaba su motocicleta y yo, yo miraba el suelo.

—No recuerdo qué mí adolescencia allá si do tan complicada —le empezé a contar a Sunset— ¿Por qué para Mérida es tan difícil sí ni siquiera a cumplido los doce años?

Sunset me miró, confundida.

—¿Volvieron a discutir?

—Algo así.

—Applejack —tomó mí mano—, cuando eras niña tuviste qué madurar y acerté cargo de tú hermana. No tuviste una infancia o adolescencia "normal" —hizo paréntesis con su mano libre—. Por éso a estás alturas no puedes comprender a tú hermana; porqué en realidad nunca estuviste en su lugar, nunca pasaste por lo qué ella está pasando o no por lo menos de la misma forma.

Suspiré, éso tenía sentido.

—Dale su tiempo —me aconsejó—, y verás que tarde o temprano lo entenderá.

Sonreí.

—Gracias.

—¡Qué esperan! —gritó la inconfundible voz de Spitfire— ¡Dije en cinco minutos salimos, no en un año!

Me levanté y me acerque a mí superior.

—Te quedarás con el resto de la banda —me informó, con su monotona seriedad—. Asegúrate de qué se comporten y cumplan con sus responsabilidades.

Asentí.

—Qué tengan suerte —les deseé antes de qué se fueran...

Resoplé.

—¿Dónde carajos están las cosas en éste lugar? —bufé, no encontraba los medicamentos para el dolor.

Me voltee, cuando escuché unos pasos atrás de mí.

—¿Buscas algo?  —me preguntó Soarin, dejando una caja en el suelo.

—Medicamentos —le respondí a regañada dientes y seguí buscando.

El se había portado muy mal conmigo y ahora quería redimirse, pero yo no quería perdonarlo.

—Estan en la enfermería principal, Kenai ordenó qué solo hubiesen una, y qué está la desocuparamos —me informó.

Interesante y yo buscando aquí desde hace rato.

—Jefa, yo... —dudó en continuar, pero lo hizo— yo quisiera disculparme por lo qué pasó aquel día. Estubo muy mal.

Alcé una ceja.

—¿Y hasta ahora me lo dices? —negué con la cabeza— Sigue con tus asuntos.

Y salí.

No tarde en encontrar lo qué buscaba en la enfermería principal.

—Voy a pasar —avisé antes de entrar a la habitación de Gabi— ¿Cómo te sientes?

Dejé el botiquín en la mesita de noche, junto a su cama.

—Me duele mucho —respondió a duras penas.

La pobre se había caído por las escaleras y se había lastimado el brazo, aunque no se lo había fracturado, tal vez ni siquiera era un esguince.

—Esta hinchado —informé cuando examiné su brazo—, debería llamar a Naomi, ella tiene más conocimientos qué yo.

Pero Gabi se apresuró a negar:

—No, no quiero qué nadie lo sepa.

Pero éso no tenía sentido; tarde o temprano se darían cuenta de su ausencia.

—Me regañaran —explicó.

Éso tenía menos sentido, pero ya no era mí problema.

—Te pondré una inyección V31 —le hize saber—. Pero sí no mejoras, le informaré a lo superiores ¿entendido?...

Volviendo a Vivir (Appledash)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora