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B
ully Satosugu te detiene cuando vas camino a clase cada vez que puede. Bromeando contigo y manoseándote en los pasillos vacíos, diciéndote que si fueras realmente el pequeño nerd que finges ser, harías cualquier cosa para llegar a clase y tienen razón, lo harías, simplemente no puedes permitirte el lujo de perderte nada. lecciones.
Satoru te dice que te arrodilles y se lo chupes si quieres que te dejen ir, porque les encantaría hacer esto todo el día, arrinconarte contra la pared más cercana y salirse con la tuya hasta que estés sollozando. desorden. Y por la forma en que brillan sus ojos sabes que lo dice en serio.
Siempre terminas haciendo lo que te dicen, como si estuvieras hecho para complacerlos, y así fue, ellos no parecen jugar con nadie además de ti, solo tienen ojos para ti. Tal vez les agradas tanto porque no tienes ni un hueso de valiente en tu dulce cuerpecito, no es que eso te lleve a ninguna parte. Son tan grandes y malos que fácilmente se elevan sobre ti y sus grandes manos te palpan de todas las formas posibles. Es tan abrumador que apenas puedes pensar con claridad.
"¿Está mejorando,Toru?" Preguntó Suguru, mirándote, dulce y pequeña tú que tenía la boca llena de la gran polla de su amigo.
"No, querrás entrenar su garganta cuando la pruebes".
Ahora estabas llorando por completo, mirándolos con chorros de lágrimas calientes que brotaban de tus grandes ojos redondos hacia tus mejillas sonrosadas y regordetas y bajaban por tu cuello, temblando y gimiendo.
Lo decía en serio, eras horrible dando orales pero no era culpa tuya que nunca antes las hubieras hecho. Además no te hizo chuparle la polla porque pensó que serías bueno en eso, no, claro que no, eras demasiado inocente. Simplemente le gustaba verte de rodillas, le gustaba verte llorar tan fuerte solo con su punta, y la forma en que tus ojos de cierva lo miraban lo hizo desmoronarse, lo mantuvo duro dentro del calor de tu boca.
Te veías muy bonita, con los ojos llorosos y tu brillo de labios manchado por toda su polla. La cantidad perfecta de tu escote se mostraba desde donde estaba parado. Casi podría correrse al verlo.
"Está bien cariño, ya es suficiente". Satoru sonrió y se puso el pelo detrás de la oreja. Suguru es el caballero que es y ayuda a tu yo tambaleante a ponerse de pie, limpiando suavemente las lágrimas y la baba de tu adorable rostro y entregándote los libros que te arrebataron antes mientras Satoru volvía a subir la cremallera.
"Te diré una cosa, sé que llegas tarde, así que ¿por qué no terminas tu última lección y nos encuentras en tu dormitorio?"
"Hay mucho más que necesitas aprender, amor". Suguru susurró contra el caparazón de tu oreja antes de depositar un suave beso en tus labios hinchados, haciéndote temblar en su suave agarre.
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