@zorosdimples
ITADORI YUUJI X LECTOR ⟢ mdni. digitación vaginal + sensaciones.
El cielo llora abundantemente, bañando de plata el horizonte. Las lágrimas caen sobre la imponente magnolia fuera de tu ventana, acumulándose en pétalos puntiagudos y hojas veteadas antes de desbordarse, descendiendo para caer sobre la tierra empapada.
Tu dormitorio es del mismo tono de gris. Pero aquí hace más calor, el aliento compartido y el calor corporal mantienen viva la habitación. La constante lluvia se ve ahogada por sonidos complacidos: gemidos revoloteantes que rivalizan con los azotes del viento, gemidos embriagadores más eléctricos que los relámpagos, gemidos que retumban más profundamente que los truenos.
“Uno más—¿hm? ¿Por favor?" Yuuji murmura en tu mandíbula, mordisqueando la carne con sus caninos.
Dos de sus dedos te acarician profundamente, explorando tu calor más íntimo con tierna precisión. Es un día de descanso, de respiro, de desmoronarse debajo de él una y otra y otra vez. Su pulgar provoca tu dolorido clítoris, induciéndote más hacia el precipicio, la áspera yema de su dedo es un tirón insistente que promete éxtasis.
En todo el tiempo (durante horas, parece) sus ojos nunca abandonan tu cara, ni siquiera por una fracción de segundo. Pozos de miel pegajosa empapan cada arruga de tu párpado y cada movimiento de tu labio. La más pequeña marca de viruela en tu frente y el pelo de tu mejilla le son apreciadas: una pincelada vital en el arte de tu ser.
Hay algo que bosteza dentro de Yuuji, le abre la caja torácica y anhela (no, insiste) memorizar cada aspecto de ti. Siempre ha tenido hambre, desde que era un niño. Tenía hambre de amor, conexión, significado y el estómago lleno. Pero despiertas algo vital dentro de él.
Él quiere consumirte; quiere devorar todo lo que haces. La curvatura de tu frente, el tintineo de tu risa y la curva de tu uña, todos tocan una fibra sensible dentro de él que no sabía que tenía. Es tan innato, tan en equilibrio con su alma que ya no sabe qué haría sin ti. Una parte de ti vivirá para siempre con él.
Nada de ti le resulta desconocido al hechicero; quizás él te conozca mejor que tú mismo. Es por eso que insiste en que continúes, por eso tiene una sonrisa de complicidad en sus labios cuando gritas su nombre y babeas entre sus dedos. Es por eso que te permite lamerte con avidez desde su piel y acomodarte en su regazo, pidiendo más con un movimiento de tus caderas, preguntando por él.
