¡Siempre estoy pensando en mi compañero de cuarto! Suguru, y en el hecho de que estaría tan obsesionado contigo.
Al principio, cuando te acabas de mudar, él no te dedicaba ni una mirada y solo pasaba tiempo con sus amigos, Shoko y Satoru. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, Suguru comenzó a simpatizar contigo y ustedes dos pudieron pasar más tiempo juntos. Así fue como se interesó por ti.
Y para suguru estar interesado significaba que estaba obsesionado contigo.
No es que te dieras cuenta claro, él se aseguró de nunca despertar tus sospechas, pero dejó de traer gente a casa y solo quería estar contigo. él querría saber qué hiciste siempre, con quién salías y adónde ibas.
Notaste que algo era diferente con Suguru, cuando comenzó a ponerse más susceptible. Cada momento era una ocasión para que él te tocara.
¿Pasabas delante de él? Golpéate en el trasero.
¿Estabas intentando alcanzar algo en un estante más alto? Presionó su cuerpo contra el tuyo por detrás y lo tomó por ti, con una sonrisa en su rostro.
¿Ibas a salir y necesitabas ponerte un collar? Estaba listo para hacer eso y se aseguró de acariciar tu nuca y tu cabello cuando terminó.
Realmente no entendiste lo que él quería de ti, hasta que sucedió un evento especial.
Suguru te pilló tocándote mientras hablabas con otra persona. No fue su culpa que te haya atrapado, ¿vale? Dejaste la puerta entreabierta, como si lo invitaras a mirarte.
Y así lo hizo. Te observó desde la pequeña rendija de la puerta, mientras jadeabas sentada encima de tus sábanas, ajena a su presencia. Tenías las piernas abiertas y él podía ver claramente tus deditos frotando tu bonito coño.
Maldijo en voz baja y se agachó para frotar su polla sobre sus pantalones. Pero no fue suficiente. Quería probar tu coño él mismo. Escuchaba pacientemente tu conversación por teléfono, mientras te mordías el labio inferior, intentando alcanzar ese orgasmo al que la otra persona intentaba guiarte.
Sin embargo, esto nunca sucedió. Y Suguru notó cómo fingiste tu orgasmo para poder terminar la llamada.
Entonces, en el momento en que colgaste el teléfono, tu compañero de cuarto entró en tu habitación. Tus ojos se abrieron y cierras las piernas para ocultar tu coño mojado y tu clítoris hinchado cuando lo viste, con la cara ardiendo. "¡Sugurú! ¡Fuera!", gritaste nerviosa, pero eso solo hizo que Suguru se riera mientras se acercaba a tu cama.
"¿Con quién estabas hablando?", Preguntó en broma mientras se sentaba al final de la cama. Todavía estabas sonrojada y lo miraste con un pequeño puchero. "Nadie", murmuraste, mirando hacia otro lado y extrañando cómo su polla palpitaba en sus pantalones ante tu indiferencia y tu bonito puchero.
"Seguro que no serían nadie si no te hicieran venir... Ahora déjame cuidar de ti, ¿eh?", Insistió mientras se deslizaba más cerca de ti en la cama, todavía sin tocarte. Cuando volviste a mirarlo, suspiraste... ¿por qué no? Te sentías inquieta y decepcionada por la persona con la que estabas hablando, y el hombre que tenías frente a ti era mucho mejor que ellos.
Salta hacia adelante, así es como te encontraste acostado debajo de tu compañero de cuarto en prensa de apareamiento, tus tobillos casi llegaban a tu cara y él golpeaba dentro de ti con tanta fuerza que podías sentir su gorda polla dentro de tu estómago. Le suplicaste, después de tantos orgasmos, pero Suguru no se tragó nada de eso. Quería que tu coño se formara alrededor de su polla, para que nunca olvidaras que le pertenecías.
Te miró con esa molesta y sexy sonrisa, el sudor goteando por su frente y su cabello a su alrededor. "¿A quién pertenece este coño, bebé?", Preguntó sin aliento, observando cómo tus ojos llorosos lo miraban y una expresión jodida en tu rostro.
"S-Sugu... mi c-coño es tuyo, por favor... no puedo", gritaste, hundiendo tus uñas en sus hombros. Él siseó ante el delicioso dolor, empujando su polla dentro de ti más rápido, casi alcanzando tu cuello uterino. "Joder, sí... todo mío, princesa", jadeó contra tu cara, riendo.
Y así fue como te llenó con su semen, tu barriga se hinchó de lo mucho que se corrió dentro de ti. No podía dejar de mirar su semen saliendo de tu agujero maltratado y tu cuerpo gastado sobre tus sábanas. "Eres jodidamente mía, muñeca... Te llenaré con mi semen para recordártelo todos los días~" sonrió, inclinándose para morderte la parte interna del muslo antes de levantarse para tomar un paño para limpiarte.
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