Gaia
Solo ha pasado poco más de un mes desde que regresé de Londres y para mí ha sido una eternidad. Tal vez es una exageración de mi parte, pero estar lejos de mi tesoro es mucho, teniendo en cuenta que antes no nos habíamos separado por tanto tiempo.
Tener a mi pequeña conmigo y más en estas fechas es el mejor regalo que alguien puede darme.
Pasamos toda la mañana haciendo compras navideñas. Adornos, luces y Mario se encargó de traer un árbol para poder poner los regalos bajo este.
—Vamos, que ya casi llegas —mi amigo alza a mi hija en brazos —Bien hecho.
Naia suelta un pequeño chillido emocionada por colocar la estrella dorada en la punta del árbol.
—Ahora probemos las luces.
Mario la deja en el piso y busca el interruptor que hace que empiecen a parpadear intermitentemente con colores azules, rojos y verdes.
Mi pequeña terremoto empieza a dar brincos en su lugar acompañados de vueltas debido a su emoción.
—Te extrañaba mucho —dice él acercándose a mí.
Si bien quería mantenerla lejos de Manhattan hasta que al fin tuviera el valor de decirle a Nolan que teníamos una hija, me alegro de que esté aquí. No podría estar más feliz en este momento. Yo también la estaba extrañando demasiado.
—Gracias por traerla —le digo al hermano que me regaló la vida cuando se acerca —Ningún regalo sería mejor que este.
—¿Y lo otro? Llevas mucho tiempo aplazando ese momento.
—Lo sé, lo intenté. Te juro que cada vez que lo veo me da un cargo de conciencia horrible. Sin importar que me haya dejado, siento... tengo la necesidad de decirle de su existencia. Merece saberlo ¿Verdad?
Por supuesto que sí, ni si quiera entiendo por qué lo pongo en duda. Es su padre.
—Ya encontraras el momento para hacerlo, pero... —hace una pausa en la que apunta a Naia acomodando las cajas de regalos bajo el árbol —Lo quiere conocer. He perdido la cuenta de todas las veces que ha hecho dibujos este mes en los que incluye a su padre. Cuando le dije que te daríamos una sorpresa estaba que no cabía de la alegría porque decía que al estar aquí, iba a poder conocer a su papá. Que tú la ibas a llevar con él.
—Se lo prometí —confieso, sintiendo como poco a poco un nudo se acomoda en mi garganta —Antes de venir le dije que me encontraría con él. Le dije que... le dije que le contaría de ella, pero... le fallé.
Se me dificulta pronunciar las palabras, el nudo en mi garganta amenaza con romperme y explotar en unas lágrimas que no puedo dejar salir con mi hija tan cerca. No puedo dejar que me vea así y después explicarle el por qué. No puedo decirle que le estoy faltando a la promesa que le hice.
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Un poco de amor
RomanceNolan y Gaia, fueron separados por las diferencias de clase impuestas por el padre de Nolan, enviándola a estudiar al extranjero. Años después, el destino los reúne cuando Gaia es traída de regreso para trabajar para él. Las emociones se desbordan...