Capítulo 22

450 34 3
                                    

Nolan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nolan

Si no fuera por Jude, me estaría volviendo loco en este momento. La rubia lleva toda la mañana intentando mantenerme ocupado —conversando y ayudándola a preparar su equipaje— despejar mi mente y aunque no lo ha hecho del todo, al menos, he dejado de sobrepensar lo que pasó la noche anterior.

—Entonces, en cuatro horas sale mi vuelo —me recuerda sentándose en la orilla de su cama —Ya tengo mis maletas hechas y todo mis papeles en orden —golpea una de mis piernas para que le preste atención justo en el momento que me acuesto en su cama para descansar —Tienes el tiempo suficiente para contarme lo que pasó con Gaia anoche y no omitas nada.

Retiro lo dicho, lo poco que había logrado evitar pensar, Jude acaba de refrescarlo en mi memoria y justo la parte que me dejó con dolor en la entrepierna casi toda la noche hasta que tuve que darme una mano y aliviar mi tormento.

Pude ser un egoísta de mierda. Solo pensar en mí. Acceder a mis necesidades. Mis ganas, pero no...

No pude ser un egoísta con ella. Ni complacernos. Menos terminar de apagar la hoguera que apenas se había encendido y ya nos estaba consumiendo.

Quería, juro que quería y ella también, eso me había dado la esperanza de estar un paso más cerca.

El hambre de sus besos y su cuerpo moviéndose contra el mío como si fuera una ola rompiendo en la arena y ella... ella era el tren de olas de un tsunami que azotaba y me tenía a su merced. Ahora, solo era la estela de un barco que dejó a su paso. Más deseo, más ganas de ella.

Y antes de perder el control completamente, paramos. Era necesario. No podíamos ir y lanzarnos directo al precipicio sin tener la conversación que por tanto tiempo nos hemos debido. Conversación que evita, huye de mí como si hablar de nosotros fuera algo prohibido.

La noche fue una tortura, tenerla tan cerca y no poder continuar con los besos y el roce que podía aliviar nuestros cuerpos fue un verdadero martirio.

—Como el tiempo alcanza, cuéntame qué pasó en Italia con el fotógrafo —me escucho decir, evitando responder a su curiosidad.

—Ya lo sabes, te lo conté —se acuesta a mi lado —Si no quieres contarme está bien, pero no intentes cambiar de tema, listillo. ¿Tengo que preocuparme?

—Tengo todo bajo control —ni yo me creo —Todo va a estar bien, Jude. Quiero creer en eso. Supongo que en algún momento hablaremos, decidiremos que somos o trazaremos límites, en todo caso, serás la primera en saberlo.

Asiente descansando su cabeza en mi pecho. Entiendo que se preocupe, yo también lo estoy. Aunque lo que más quiero es estar con Gaia, también está la parte en la que ella me deja, la que no me quiere. Sacudo la cabeza como si de esa forma puedo alejar todos los cuestionamientos que se asoman a mi mente y solo una hace ecos sobre las otras, ¿En algún momento sentirá algo por mí?

Un poco de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora