Capítulo 37

443 27 1
                                    

Gaia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gaia

"Si no tienes la capacidad de controlar tus emociones, ellas tendrán el control de ti". Acabo de comprobarlo.

Avergonzada, doy un paso atrás. No me atrevo a mirar más allá de Nolan, aunque estoy segura que ellos sí nos están mirando a nosotros.

—Eso fue... lo siento. Tenías razón, estaba realmente celosa —me disculpo en un murmuro para que solo él pueda escucharlo.

No está mal que lo haya besado, pero sí el motivo por el que lo hice...

Celos.

Mi arrebato solo fue para demostrarle a ella, que por muy mala referencia tenga de mí sin conocerme, no tiene ni la mínima oportunidad con Nolan.

—¿Ya no lo estás? —puedo sentir un poco de burla tras esa pregunta.

—No es gracioso.

Mi queja solo hace que se ría abiertamente, con ganas.

—No tienes que disculparte por besarme, Gaia.

El calor de sus manos al hacer contacto con mis mejillas, me relaja tanto, que me es inevitable no cerrar los ojos. Sus labios humedecen los míos y al contrario de como yo lo había hecho un minuto atrás, él lo hace despacio. Con simples roces tentadores.

—Nos están viendo —termino con esto, antes de que ambos perdamos el control y olvidemos en dónde estamos.

—Tal vez esto vaya a sonar egoísta, pero yo no voy a disculparme por besarte. No me importa quiénes nos estén viendo o dónde estamos. Si no me besabas tú, lo haría yo.

Es que no lo entiende. El motivo por el que lo hice es lo que está haciendo peso en mi conciencia. No importa que me haya dado su consentimiento. Lo usé a mi favor, como si fuera un objeto y me niego a ser esa mujer que tenga que demostrarle a otras que un hombre me pertenece.

—Lo hice porque estaba celosa —explico, rehuyendo de su mirada.

—Y yo te pedí que lo hicieras para darte la seguridad que en ese momento no tenías.

No puedo detener la sonrisa que curva mis labios cuando al fin, me atrevo a mirarlo de nuevo. Contengo la necesidad de volver a besarlo, porque sé que no es correcto. No mientras tengamos público.

Me limito a abrazarlo y como si fuera la letra de mi canción favorita, sus palabras se reproducen en mi mente. Sobre todo por el hecho de que no me lo haya pedido para probarme si estaba celosa en realidad y yo me negaba a reconocerlo en voz alta.

—¿Estamos bien?

Sus labios se funden en mi cabeza cuando recibe una respuesta afirmativa de mi parte. De no ser por la comunicación, desde hace mucho tiempo lo estaríamos. Ambos nos fallamos en eso.

Un poco de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora