CAPÍTULO 20: 'RECUERDOS'

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Lo que Mingwei había dicho era cierto, de hecho lo supuso, para ser honesto, en realidad no conocía muy bien a Lu Fengzhou, pero semejante especulación no era absurda, ni tampoco carecía de fundamento.

Aunque había sido enviado al extranjero siendo muy joven, a lo largo de los años no había regresado ni una sola vez. Las pocas personas que fueron enviadas al extranjero con el pretexto de cuidarlo, en realidad, había sido para vigilarlo, probablemente vieron que era serio, honesto, responsable, pero, sobretodo, mesurado, no le gustaba meterse en problemas ni siquiera en su adolescencia. A medida que pasaba el tiempo, gradualmente relajaron su vigilancia y supervisión sobre él en su aburrida vida cotidiana.

Después de convertirse en adulto, Mingwei se confabuló con algunos amigos que había hecho en la escuela para cubrirlo y en secreto compró un boleto de avión para regresar a su país.

Aunque la persona que había contratado la señora Ming enviaba dinero regularmente al extranjero, él no podía recibir el dinero directamente. Además, con el paso de los años, el hombre de mediana edad que vivía con el título de ama de llaves se había vuelto adicto al alcohol y a los juegos de azar en el extranjero, naturalmente, los llamados gastos de manutención habían sido despilfarrados por la otra parte.

Por lo tanto, cuando regresó en secreto a China en aquella ocasión, no perdió más tiempo en preparar una estrategia infalible para evitar ser descubierto ni tampoco guardó una pequeña cantidad para comprar un boleto de regreso en su ajustado presupuesto.

Después de regresar a China, no tenía familiares ni amigos a quien recurrir. Lo único que podía evocar de lo más profundo de su memoria fue la vaga existencia de Lu Fengzhou.

Era solo un vago recuerdo, Mingwei no conocía la dirección exacta de Lu Fengzhou, ni mucho menos, tenía intención de buscarlo.

Pero tampoco pensó que nunca volvería a encontrarse con Lu Fengzhou en un cementerio remoto lejos de la ciudad. Durante esos días, por la noche se alojaba en el hotel familiar, el más barato de la zona de reasentamiento y durante el día deambulaba sin rumbo por las animadas calles del centro de la ciudad.

La ciudad donde había nacido le resultaba tan extraña como un país extranjero.

Más tarde, busco trabajo como obrero a tiempo parcial en una obra de construcción con un salario diario, estuvo sudando y expuesto a la fuerte luz del sol durante casi dos días. Finalmente, tan pronto cobró su salario, tomó un autobús, viajando durante varias horas para visitar la tumba de su madre que yacía en el cementerio a las afueras de la ciudad.

La línea de autobús más larga en ese momento ni siquiera llegaba al cementerio, ni las carreteras en los suburbios eran carreteras asfaltadas planas y anchas, en el trayecto, Mingwei cambió a varios autobuses, que viajaban a través de los baches y cuando finalmente se bajó en la terminal, todavía tuvo que caminar dos kilómetros a pie hasta su destino.

Era un caluroso día de verano en agosto, Mingwei salió del sitio de construcción al mediodía y comió un plato de wontons en un puesto a un lado de la carretera. No se duchó, ni se cambió de ropa, ni siquiera se lavó la cara antes de subir al autobús, todo mugroso y arapiento.

Mientras viajaba al cementerio, repentinamente una lluvia torrencial cayó abruptamente desde una altura a diez mil pies, acompañada de una serie de relámpagos y truenos repentinos.

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