𝐃𝐎𝐂𝐄 - 𝐇𝐀𝐃𝐄𝐒 𝐲 𝐏𝐄𝐑𝐒É𝐅𝐎𝐍𝐄

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JUNGKOOK

— ¡Malditos bastardos! — gritó Yeji mientras intentaba forzar el cierre de las esposas.

Su muñeca izquierda y mi muñeca derecha estaban esposadas juntas porque esos cabrones no tenían cuerdas ni ninguna otra cosa para atarnos.

×Horas antes.

Mientras nos calentábamos sentados junto al fuego, vinieron los hombres de Hyun Bin uno de mis más grandes adversarios, y nos rodearon. Estaba supe confundido sobre cómo nos encontraron antes que mis hombres, pero mi confusión se aclaró cuando Kim Seokjin, ese cabrón traicionero, vino sonriendo hacia nosotros antes de arrastrarnos a un almacén y aquí estamos ahora.

— Si no confiaras en ese maldito, esto no habría sucedido. — me dijo Yeji mientras yo intentaba encontrar una manera de sacarnos de aquí.

Le levanté las cejas.

— ¿Parezco un mago? ¿Cómo iba a saber que él estuvo con ellos todo este tiempo? — Le pregunté y ella me miró fijamente.

— ¡Por el amor de Dios, Jungkook! No puedo creer que lo hayas acogido sin revisar sus antecedentes.

— Lo revisé, pero no encontré nada porque le quitaron todos sus datos. Lo enviaron con una nueva identidad y además salvó a mi padre. Duró años a mi lado. — le grité mientras ella se mantenía tranquila y miraba hacia otro lado con los ojos llorosos.

— Créeme, saldremos de aquí.

— No parece. — respondió ella.

— ¿No confías en mí? —pregunté con el ceño fruncido.

Ella me miró directamente a los ojos con ira.

— La confianza se gana, Jeon. No podemos simplemente andar por ahí confiando en la gente. Antes dije que confiaba en ti porque confié en ti mi vida.

Me sentí herido, pero ella tenía razón. No podemos simplemente confiar en la gente. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando alguien chasqueó su lengua.

— Tsk tsk tsk. Mira lo que tenemos aquí — Hyun Bin me sonrió y apreté la mandíbula. — Jeon Jungkook, el Rey del Infierno, el propio Hades y su bella esposa Perséfone.

 — Jeon Jungkook, el Rey del Infierno, el propio Hades y su bella esposa Perséfone

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Acerqué a Yeji a mí, entrelazando nuestros dedos, haciéndolo reír más.

— ¡PATETICO! — gritó haciendo que Yeji saltara un poco por su repentino grito y le lancé una mirada furiosa.

— Cuidado Bin. No me gusta que alguien le falte el respeto a mi esposa. — le dije y él me sonrió.

Sacó su arma de su cintura y apuntó hacia Yeji. Rápidamente, me paré frente a ella, desafiándolo a disparar.

𝐌𝐘 𝐘𝐎𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora