17-Locuras

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Dejé todo limpio cuando terminó mi horario, estaba cansada y demasiado... Me acomodé la blusa, mis pezones dolían por el roce de la tela y me recordé jamás ponerme esto de nuevo.

—Ya terminé aquí, Hugo.

Me observó y asintió dejando el vaso limpio en la barra. Me miró de nuevo y tomé una botella sirviendo en dos shots.

—¿Qué harás luego?—Le di un vasito y brinde con él.

—Voy a pedir un día libre para mañana, tengo a mi amiga que llegó de Brasil y necesito hacer algo con ella.

—Felicidades...

—Iremos a la playa, por si quieres unirte.

Él sonrió, sus ojos grises me miraron con atención y pinche su frente, tomé el shots e hice una mueca.

—Esta muy bueno

Reí y me moví de lado a lado... Esto me gustaba, bailar y lo haría.

—Voy a bailar.

—Ve, buscaré a alguien para mí.

Respondió y se alejó cuando preparó dos bebidas para nosotros. Me alejé con el vaso y comencé a bailar, miré para arriba sin querer y ahí estaba él con su cigarro luciendo molesto mientras me observaba.

Tomé un trago y le tire un beso mientras un tipo se me pegaba de atrás, sus manos me sujetaron la cintura y me balancee contra él.

Estaba tranquila, disfrutando de una buena bebida, me alejé del chico con el cuál bailaba y miré a Hugo en el sillón hablar con una mujer muy coqueto y reí. Seguí bailando sola y sentí como me sostuvieron del brazo y lo miré.

—¿Qué haces?—bufé mirandolo.

—Dejas que otros te toquen y no haces nada para apartarlos. Te dije que eras mía.

Miré sus ojos marrones y acaricié su mejilla y entonces le di una bofetada.

—No quieres que me toquen pero tú te metes con cualquier puta que te mira.

Se rió y me hizo retroceder hasta pegarme a la pared, apretó mi cuello y respiró sobre mis labios.

—¿Celosa?—preguntó.

—Nunca.

—Yo creo que sí.

Susurró y mordió mi labio, gemi por el leve dolor y entonces me besó, se pegó a mi cuerpo y mis dedos se enterraron en su cabello. No se quedaba quieto, sus manos acariciaron mi cintura bajando a mi trasero, gemí cuando bajó a mi cuello y mordió.

—No muerdas.

Murmuré y cerré mis ojos dejándome llevar. Entre abrí mis labios cuando bajó a mis pechos y mordió sobre la tela. Estaba sensible joder.

—Mierda.

Entonces haciendo un lado la tela metió uno de mis pechos a su boca, mis piernas temblaron y jadee fuerte cubriendo mi boca al instante.

Se sentía tan bien...

Bajé su mano a mi entrepierna y me insulte mentalmente por hacer esto ahora. Estábamos en un lugar donde estaban llenas de personas pero bueno...

—No sabes las ganas que tengo de follarte, mi amor.

Susurró en mis labios mientras sus dedos frotaban mi punto exacto, lo miré a los ojos y volví a besarlo sin dejar que hable más. Se separó de mi y tomando mi mano me llevó con él, me llevó a dónde estuvo antes, mordí mi labio mirando el lugar lleno de otros tipos y mujeres sobre sus piernas, aún no caía en el trabajo de Cemil, ¿Era peligroso? Por supuesto que sí.

Pasamos de largo y entramos a una habitación, cerró y se acercó a mi otra vez, se notaba agitado y me dediqué a mirarlo de pies a cabeza. Sus dedos acariciaron mi mejilla y luego fue bajando las tiras finas de la blusa.

—Eres muy sexi, Sara.

—Supongo que se lo dijiste a muchas.

—No todas se merecen ese halago.

Reí y me aparté de él viendo la habitación, se veía algo azul, llamativo y atrevido, habían cuadros y recordé el que estaba en su oficina.

—¿Quién es la chica que está en el cuadro de tu oficina?

Pregunté y me voltee a observarlo. Estaba molesto, lo notaba por sus ojos expresivos. Tenía su mandíbula apretada y cruzados de brazos, me acerque a él y lo miré.

—Es tu mujer, ¿Verdad?

—Es una cualquiera.

—No hables así de las mujeres, Cemil. Que malo.

Mordió el interior de su mejilla y bufó. Se alejó acomodando la luz blanca y clara, se sirvió al parecer vino en un vaso cualquiera y lo tomó todo de un trago.

—No, no es mi mujer. Es Amber, la mujer que hace mamadas cuando estoy aburrido.

—No es un juguete.

—Lo es para mí. Deja de joderme. Quiero follarte de una buena vez.

—No tengo ganas...—realmente las tenía pero tenía que ser fuerte— Pediré día libre mañana. Necesito pasar tiempo con mi amiga.

Se molestó demasiado.

—Haz lo que quieras.

Entonces salió dando un portazo y me senté en la cama un rato para luego levantarme y salir. Estaba insoportable últimamente. ¿Quien lo entendía?

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Miré a Melody y sonreí cuando se acomodó en la toalla, miré las olas y luego acaricié la arena suave y fresca por el momento.

—Esto es vida, me encanta.

—Lo es Melody, es agradable, la brisa y la bebida.

Sonreí y la observé, tomé su mano y comenzamos a hablar sobre mis exámenes que estaba lista. Dios estaba complicado, yo me complicaba la vida haciendo locuras que no me beneficiaban en nada.

Solté un suspiro poniéndome las gafas de sol y me relajé, Cemil no se tomó nada bien de lo que le dije. Pero no iba a hacer nada.

—¿Sales con tu jefe?

—No, es solo eso. Mi jefe, no puedo permitirme tener nada con el, es un mandon, un imbécil cuando quiere. Realmente no lo entiendo.

—Te gusta.

—No me gusta, es insoportable.

—Pero se ven muy lindos juntos, además tiene un buen cuerpo, sintiendo conciente del paqueton que se carga.

—Me besó anoche y quería follarme. Le dije que no, estoy en el trabajo no puedo hacer eso.

—¿Y fuera del trabajo?

—Depende si estoy cansada o no. Pero no hablemos de mi Melo, hablame de lo que pasó en Brasil, con tu novio, tu familia.

—Realmente no quiero hablar de eso, es pesado y muy horrible.

Ella suspiró y también lo hice. Entonces a la distancia logré visualizar a dos hombres y recordé. Hugo, se veía muy bien pero a su lado estaba Cemil y apreté mis piernas al ver su cuerpo.

Era tentación pura ante mis ojos. Y no debía caer ante la tentación que me provocaba verlo.

—Dios, que pedazo de hombre.

—¿Qué? No, no los mires. Se creen sexi y son... No sé, guapos pero no les subas el ego cuando se acerquen a nosotras. Hay que contenerse.

—No me contengo nada.

Entonces llamó y apreté mis labios. No quería a ninguno cerca. Y menos a Cemil que veía mi cuerpo completo mientras se acercaba.

—Señoritas.

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