11-Navaja Suiza

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Cemil:

Odiaba la vida.

Odiaba ser un líder.

Odiaba que me interrumpieran en el mejor momento.

—Espero que sea importante o juro que te volaré la cabeza. Acabas de joderme una follada.

Subí al auto molesto luego de dejar a Sara excitada y necesitada de que la llenaran, se hacía la difícil pero ella iba a ser mía, le gustara o no.

—Lamento eso jefe, pero hubo un problema, Elías apareció en el cuartel, quiere verlo y está armado, no sé que carajos quiere ahora.

Cerré mis ojos y froté mi frente cansado de ese inepto bueno para nada, iba a darle un jodido disparo en medio de la frente para que me dejara de joder.

—Llego en unos minutos, ofrece un trago a ese cabron.

Corté la llamada y prendí el motor para dirigirme al cuartel, esto era demasiado. Odiaba cuando se aparecían de la nada, odiaba que me vieran la cara de pendejo, odiaba que no supieran con quién trataban.

El camino fue muy rápido, llegué estacionando en el cuartel y bajé sacándome el saco mojado, entré al lugar encontrándome con Elías que observaba su celular, dos hombres lo escoltaban y luego estaba Félix no tan feliz. Dejé el saco a un lado y apoyé mis manos en la mesa.

—Creí que dejé claro que no quería sorpresas Elías.

—Lamentablemente no sigo tus reglas ahora Cemil, por cierto, tengo unas cosas que aclararte.—Se acomodó en el asiento y me observó molesto.— Dile a tus hombres que dejen de meterse en mis territorios, estás acabando con mi paciencia y no quiero que nuestro momento de paz termine tan rápido.

Reí de sus palabras en su cara y negué. Si este imbecil creía que tendría libertad de vender mierdas en mi ciudad estaba demasiado equivocado. Carraspee cesando la risa y lo miré sin ánimos.

—Elías, creo que te tomaste enserio el tema de los territorios, recuerda que está es mí ciudad, estás en mí territorio. No creas que teniendo popularidad significa que todo es tuyo, Elías. Estás tocandome las pelotas con tus palabras de mierda.

—No son mierdas lo que te digo, tus hombres me están impidiendo el trabajo, sabes que siempre a fin de semana te mando el dinero de las malditas drogas. ¡Diles al menos que dejen de joderme y apurarme, carajo!

Gritó, supuestamente esto era demasiado para él, no podía y para todo debía pasarse por presión en el momento, miré a Félix y este se encogió de hombros dándome un vaso con whisky. Lo tomé dando un trago y miré a Elías de nuevo.

—No voy a hablar por el momento, puedes irte Elías. Encargate de mandar mi dinero a fin de semana, ahora vete del cuartel o vas a terminar muerto.

Dejé el vaso cuando se levantó y se fue con sus hombres, era un maldito cobarde.

—Es un cobarde.

—Si, también tu estás jodiendome Félix. Llamarme en un momento tan importante es detestable de tu parte, me jodiste una follada con una buena mujer con curvas gloriosas.

Gruñi sirviendo más bebidas y el resonar de unos tacones me hizo rodar los ojos y darme vuelta para observarla.

—Señora Regina.

—Veo que aún sigues aquí, ve a ver a tu novia Félix.

Miré a mí madre con su saco felpudo y me paré derecho observándola, apreté mis manos cuando me miró elevando una ceja. El chico se fue a otra habitación dejándome a solas con ella.

—Creo que deberías ya matarlo de una vez, estás gastando mucho tiempo con ese inútil.

Habló con calma como siempre, para ser una alemana mantenía todo bajo control, me acerqué a ella y besé su mano con respeto, podía ser un hijo de puta con cualquiera pero con mi madre era otra cosa, brindaba el respeto que se merecía y me quedaba callado cuando lo ella lo requería.

—¿Tu crees que deba hacerlo?—pregunté mirándola a los ojos.

—Si. Acaba de una vez con él y ya deja de estar como idiota diciéndole que hacer a cada rato, no es bueno que venga aquí a exigirte que no molestes en un territorio que es tuyo.

—No me regañes, madre.

—Al parecer debo seguir haciéndolo porque nunca escuchas. Ahora dime, ¿cuándo vas a casarte y darme nietos?

Suspiré aburrido de esta nueva charla y obsesión que sacó de querer que me busque una mujer para dar un heredero.

—No va a pasar. —respondí sentándome y serví whisky en dos vasos para darle uno a ella que tomó asiento también.

—Lástima... Escuché que te interrumpieron en algo.—me sonrió divertida y froté mis ojos, volví a mirarla y solté un suspiro pesado.

—Si, lo hicieron pero es solo una diversión.

—Con las mujeres no se juega, no seas un mujeriego.

Me recosté en la silla y elevé una ceja.

—Bueno, ¿Qué haces aquí madre? No creo que vengas a verme a estas horas y solo para decirme que quieres una nuera.

Ella se acomodó dejando el vaso en la mesa y me dejó una navaja suiza en la mesa, lo tomé mirando los delicados detalles en el mango.

—Es un regalo de mi parte para ti.

—¿De dónde lo sacaste?

—Tu tío me lo regaló, y yo te lo doy a ti.

Pasé la lengua por mi mejilla interior algo molesto, no me gustaba la actitud de mi tío hacia mi madre, siempre le regalaba algo que sobrepasaba el límite, en fin, lo quería lejos. Por completo.

—Gracias, es ideal para cortarle el cuello.

—No hables así de Hugo.

—Ese imbécil quiere cogerte, no te hagas la ciega. No va a ocupar el lugar de mí padre en este mundo. Que se largue.

Soltó un suspiro cruzándose de piernas y brazos, me miró con esos potentes ojos verdes con un poco enfado y me preparé para sus palabras.

—Tengo que superar a tu padre, es doloroso pero tengo que darme una oportunidad más, tu tío me entiende y siempre me apoyó desde ese momento tan triste.

—Prefiero que Félix este a tu lado, puedo soportar más a ese cabrón que al imbécil de Hugo complejo de turco.

—Sabemos que Hugo no es turco del todo y que...

—Que es un inepto estafador e hijo de puta, madre... Deberías darle una vista a ese desgraciado que solo quiere joderme a mí, sabe que lo odio y que me repugna verle la cara estúpida que tiene.

—Estás insultando demasiado, mejor cálmate y arregla esas horribles palabras que dices.

Apreté la navaja en mi mano con furia.

—Hugo vendrá a cenar con nosotros mañana a la noche. Espero vayas y lleves compañía, Cemil.

Se puso de pié y ante mi mirada de enojo me miró con un perfil firme y serio, no sé cuántas veces dije la palabra “odiaba” pero era necesario, no iba a aceptar nunca que mi madre se metiera con Hugo.

—Te lo digo a ti y se lo diré en la cara a ese idiota; El lugar de mi padre no lo va a ocupar una basura como él, primero muerto a que ocupe un puesto por el cuál mí padre se esforzó años construir y guiar. Y eso es ser líder de una familia.

Dije duro, ella solo me dio una mirada y se retiró, tiré la navaja contra la pared con odio acumulado y Félix hizo acto de presencia.

—¿Todo bien?

—No. Solo quiero matar al hijo de puta de Hugo, solo vendrá a joderme como siempre lo hace, se acerca a mi madre como si le perteneciera y todo por guiar en este mundo que él no conoce mucho y que puede ocasionar una guerra con los irlandeses.

—Entonces esperamos por él y lo matamos.

—No, tengo mejores planes para Hugo.

Sonreí de lado.

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