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Hayacinth se encontraba en la ventana observando a la gente pasar cuando se percato que un carruaje había parado frente a la mansión Fatherington.

─ ¡Un carruaje! ¡Un carruaje en casa de las Fatherington ! ─Gritó llamando la atención de sus hermanos que se apresuraron a la ventana.

─ ¿No es muy pronto para que lleguen pretendientes? ─ Francesca pregunto a su madre.

─ ¿Es un pretendiente para Pen?

─Lo dudo, Penélope me hubiese dicho.

Todos miraban expectantes a la persona que desendia del carruaje. Una joven de cabello pelirrojo con un vestido azul precioso bajaba con la ayuda del cochero.

Anthony la reconoció, aquella chica que robo cada uno de sus sueños desde que dejó londres había vuelto y estaba mucho más hermosa de lo que el recordaba, sintió como su piel se erizada con sólo verla a través de la ventana y no se imaginaba como sería volver a ver aquellos preciosos ojos azules frente a frente.

─ ¿No es la señorita Anne, hermano? ─ Preguntó Benedict mirando a su hermano quien se encontraba embelesado mirando a la mujer.

Para Benedict no era secreto que su hermano mayor se sintiera atraído por la señorita Fatherington, siempre lo había demostrado pero lo negaba diciendo que se preocupaba por ella de forma fraternal casi como si fuesen hermanos, cosa que había roto el pobre corazón de la chica una y otra vez, pero el no podía hacer nada. Su hermano era un total ciego.

─ Anthony. ─ Agitó sus manos frente a él.

─ Mmm ─ Carraspeo llevando una de sus manos a su boca. ─ Si y no deberían estar espiando por la ventana, es irrespetuoso.

Se dio la vuelta para poder abandonar el salón, su cabeza estaba dando vueltas y su corazón iba a mil por hora. Tenía la necesidad de un buen trago así que se dirigió a su estudio dejando confundidos a su familia.

─ ¿Qué le pasa? ─ Preguntó gregory  a su hermano.

Benedict opto por alzar los hombros en ignorancia. Vaya que Anthony se mostraba un poco afectado por la vuelta de la chica, sería muy divertido ver a su hermano perder la cordura por la belleza pelirroja.

....

La primera en correr al encuentro de su hermana fue Penélope, aunque su madre le gritaba que no era nada femenino y que se comportará como una dama Penélope la ignoro llegando a los brazos de su hermana mayor.

─ ¡Anne ! Te extrañe tanto, tanto.

─Oh mi querida Penny ─ Sonrió envolviendola en sus brazos mientras besaba su frente. ─ Yo también te he extrañado hermana.

Las damas Fatherington llegaron hacia ella,  Prudence y Philipa sonrieron y también se acercaron a abrazar a su hermana, aunque no les gustará admitirlo adoraban a Anne y tenerla lejos había sido un martirio, pues ella aveces influenciaba en su querida madre para dejarlas hacer cosas que deseaban y tenerla devuelta era sin duda lo mejor que podía pasar en esta temporada.

─ Anne, querida ─ Portia aparto a sus hijas para poder acercarse. ─ Te esperábamos con ansias. Estas más hermosa que la última vez, cariño.

─ ¡Madre! ─ Sonrió mientras le daba un beso en la mejilla. Amaba a su madre fuese como fuese, era su madre.

─¡Te ves tan bien, querida!─ Portia le dijo a su hija, admirando su vestido azul. ─ Ha pasado demasiado tiempo.

─Lo sé, mamá. ─respondió Anne, con un brillo de nostalgia en sus ojos. ─He extrañado tanto estar en casa y sobre todo a ustedes.

Lady Portia sonrió asintiendo mientras la tomaba del brazo para caminar hacia la casa, tenía mucho que planear, esta noche sería el primer baile de la temporada y tenía a cuatro señoritas que preparar.

─ Hoy es el baile danbury. ─ Mencionó mientras miraba a Anne, quien se tenso al escuchar la palabra "baile", apenas había vuelto y pensaba por lo menos pasar unos días en casa sin la necesidad de volver de todo a la sociedad londinense, aunque por supuesto su madre tenía otros planes.

Malévolos planes. El rumor de la llegada de un conde a Londres estaba sacudiendo a la sociedad y Portia Fatherington se encargaría que aquel hombre misterioso mirara a su Anne, ella ganaría esta vez.

....

─ No puedo creer que madre aún nos obligue a usar estos vestidos ─ murmuró con disgustos. ─ Son tan... tan...

Se sentó frente al espejo de su tocador con el seño fruncido mientras observaba su vestido que descansaba en su cama. El amarillo era un color que jamás le había agradado.

─ ¿Amarillos? ─ respondió Penélope mientras se ajustaba el corpiño del vestido.

─ Quería decir horribles, pero amarillos esta bien.

─ No son tan malos. ─ Ánimo la pequeña Fatherington que ya estaba acostumbrada a la paleta de colores de su madre.  ─ combinan con nuestros ojos.

─ Pero no con nuestro cabello. ─ Replicó Anne. ─ Y el escote es... demasiado pronunciado.

Penélope rodó los ojos mientras tomaba su peineta para colocarla en su cabello con la ayuda de Alice, su doncella.

─ Al menos no pareces un cítrico demasiado maduro. ─ La pelirroja recordo las palabras de la cruel Lady whistledown hacia ella.

─ No digas tonterías, Penélope. Eres inteligente, divertida y encantadora. Cualquier hombre sería afortunado si te cortejara. Además eres una Fatherington, y muy bella a decir verdad.

Las palabras de Anne animaron a Penélope.─ Además, estaré a tú lado. No dejaré que nada malo estropee tu noche.

─ Gracias, Anne. Eres la mejor hermana del mundo.

La mayor le guiño divertida. En ese momento, la puerta se abrió y su madre, Lady portia, entró luciendo su ya muy particular vestido de flores con colores chillantes.

─ Mis queridas niñas, ¿están listas para el baile? ─ Una sonrisa radiante se asomo por el rostro de la mujer.

Anne y Penélope se miraron, intercambiando una mirada de complicidad. Luego con un movimiento de cabeza indicaron que estaban listas.

─ Vamos, no perdamos más tiempo.

Y con esto las conducio hasta el carruaje que las esperaba fuera de su casa, sus otras dos hermanas ya hacían allí esperándolas. Anne se subio al carruaje con la esperanza de que la noche no fuera tan horrible como el color de su vestido.

Ours; Anthony Bridgerton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora