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El aire fresco de la noche los envolvió, impregnado del dulce aroma de las flores del jardín. Ambos habían bajado del carruaje entre besos y pequeños jugueteos para llegar al umbral de la puerta. Sin previo aviso Anthony cargo a Anne en sus brazos cuál princesa y camino hacia la puerta de la mansión.

Un grupo de sirvientes, vestidos con sus mejores galas, se apresuraron a recibirlos. A la cabeza del grupo, el viejo mayordomo, Higgins, inclinó su cabeza con reverencia en señal de profundo respeto.

La joven pareja reía felizmente mientras se miraban, no parecía haber nadie más en el hogar más que ellos dos y su palpable burbuja de amor. No hasta que uno de los mayordomos se acercó a ellos, captando su atención haciendo que Anthony dejara a su esposa en el estabilizador piso.

─ Bienvenidos, Vizconde y Vizcondesa Bridgerton ─ dijo Higgins con una voz cálida y solemne.

Anthony hizo un gesto con la cabeza mientras abrazaba a su esposa y Anne saludo amablemente. Necesitaban cada uno tomar caminos diferentes, mientras Anne debía subir a cambiarse para su gran noche de bodas, Anthony necesitaba pedir la cena. Estaba sabido que apenas tocaran la mesa, sería imposible no aventarse encima de su mujer, tenía hambre pero no precisamente de comida.

Espero impaciente en la mesa mientras su querida esposa entraba en el salón, apenas con un vestido más ligero del que había utilizado para su boda. Aún así, Anne era la mujer más hermosa en el mundo, la vio sentarse a su lado, rompiendo aquella regla que los hacía comer a metros de distancia de punta a punta. Anne tomó su plato y lo llevó hacia el, sonriendo cuando estaba a su lado sentada y de gustaban de platillos exquisitos, aunque la pelirroja no estaba comiendo del todo bien. Tenía mucho miedo de que eso la hiciera vomitar por sus nervios y anticipaciones con lo que sucederia dentro de poco.

Una vez que ambos estuvieron saceados Anthony fue a la habitacion que ahora ocuparían. Nancy le indicó a Anne que debía prepararla para su noche de bodas, así que la guió a otra habitación donde habían sido trasladadas sus cosas antes de que vinieran, el baúl revelo varias prendas íntimas. Algunas de las cuales Anne habia elegido en sus visitas posteriores a Madame delacroix, la sedosa tela de su conjunto azul Bridgerton la sedujeron y eligió aquella bonita lencería para esta noche. No estaba del todo enterada pero había platicado con Nancy sobre ella, ahora tendría un poco más de libertad al hacerlo mientras Nancy la desvestia.

─ ¿Puedo hacerte una pregunta? ─ Sus ojos azules buscaron a los de la chiquilla a través del espejo.

─ Por supuesto mi lady ¿De que se trata? ─ Nancy deslizó el vestido fuera de su cuerpo.

─ ¿Qué es exactamente lo que sucederá? ─ Preguntó sin tapujos mientras veía el color adornar el rostro de su doncella.

─ ¿Su madre no le dijo? ─ Anne nego con la cabeza. ─ Mhmm... Bueno, mi lady cuando dos personas se aman demasiado...

Nancy no sabía cómo explicárselo, más aún a una joven noble como lo era Anne. Suspiró mientras terminaba de vestirla y cubrirla con una bata. Había espolvoreado algunos brillos por el cuerpo de la joven y también perfumado muy bien. La guió hacia la cama y ambas de sentaron.

─ Muy bien mi lady ─ Suspiro. ─ Es como una conexión. Sabe que los hombres tienen algo muy diferente a nosotras ¿no? Nuestra anatomía nos permite recibir eso de ellos, él entrará en usted.

La cara de Anne parecía aterrorizada y Nancy soltó una carcajada al ver a la chica tan alterada. ─ Descuide, no dolerá, solo sentirá incomodad. Después le gustará

─ Nancy tú... ¿Lo has hecho?

─ ¿Qué? ¿Tener sexo? ─ Nancy asintió. No iba a contarle sus encuentros pero tampoco le mentiría. ─ Por supuesto, no necesito estar casada para disfrutar de los placeres de la vida. Mi ventaja es, que no soy de la nobleza.

Ours; Anthony Bridgerton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora