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lunes  19 de junio 

 

El momento en el hospital fue abrumador. Sentí cómo el nudo en mi garganta se apretaba aún más al ver a mi abuela luchando por cada respiración. Estábamos rodeados por el sonido constante de los aparatos médicos y la sensación de impotencia se apoderaba de mí.

Tomé su mano con fuerza, tratando de transmitirle todo mi amor y apoyo. Sus ojos, aunque débiles, se encontraron con los míos, y en ese instante supe que estábamos compartiendo un último momento juntas. Las lágrimas rodaban por mis mejillas mientras observaba a las enfermeras correr para intentar estabilizarla.

El sonido agudo de los aparatos se intensificó, creando una banda sonora desgarradora para ese momento difícil. Las enfermeras trabajaban diligentemente, pero el tiempo parecía ralentizarse. Mi corazón latía con fuerza, y la realidad de perder a mi abuela se apoderaba de mí de una manera avasalladora.

Finalmente, las enfermeras se apartaron y miraron con pesar. El médico se acercó, su expresión grave confirmó lo que temíamos: no pudieron salvarla. Un silencio pesado llenó la habitación mientras intentaba procesar la noticia. Mi abuela se fue en paz, sedada y sin sufrir, pero la pérdida era devastadora.

Mis familiares se reunieron alrededor, compartiendo abrazos y lágrimas. El dolor era palpable en el aire, y la habitación del hospital se convirtió en un lugar de despedida. La realidad de que ya no estaría físicamente con nosotros comenzó a hundirse, dejando un vacío profundo y doloroso.

Después de un tiempo, salí de la habitación con los ojos hinchados y la tristeza pesando en cada paso. La pérdida de un ser querido es un proceso difícil de aceptar, y el duelo se extiende en cada rincón de tu ser. Aunque sabía que ella ya no sufriría, la sensación de pérdida era abrumadora.

Los días siguientes se llenaron de preparativos para el funeral, pero el pesar en mi corazón seguía presente. La salida con los chicos, que fue tan alegre unos días antes, ahora parecía una realidad lejana. La vida continuaba, pero con una ausencia que se sentía en cada rincón.

solo tu y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora