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Después de un mes lleno de altibajos emocionales, finalmente había llegado el momento de reunirme con Julian. La distancia y las dificultades que enfrentamos parecían haber fortalecido nuestra relación, y ahora estaba decidida a sorprenderlo y apoyarlo en uno de sus momentos importantes.
Mientras el avión se elevaba en el cielo, mi mente se llenaba de emociones encontradas. Estaba emocionada por ver a Julian, pero también nerviosa por cómo recibiría mi sorpresa. Sin embargo, estaba decidida a hacer que este momento fuera especial para ambos.
Al llegar al hotel, me acomodé y me preparé para el gran día. A pesar del cansancio acumulado por los viajes y las sesiones de fotos, la emoción me mantenía despierta. Cerré los ojos, permitiendo que el sueño me llevara, sabiendo que mañana sería un día lleno de emociones y sorpresas.
La sorpresa y la alegría que sentía al principio del partido se desvanecieron en un instante cuando vi la celebración de Julian. Sentí un nudo en la garganta al darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Mi corazón se hundió cuando vi a Julian señalar a otra chica en la multitud, una que no era yo.
Decidida a aclarar las cosas, bajé a los camerinos durante el medio tiempo. Cuando vi a Julian, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, lleno de dolor y decepción. No podía creer lo que acababa de ver, pero necesitaba respuestas.
"Julian...", comencé, luchando por mantener la compostura. "¿Qué está pasando?".
"Emily, amor, ¿qué haces aquí?", preguntó Julian, con una expresión sorprendida en su rostro.
"No vine para una sorpresa. Vine para entender lo que está sucediendo", respondí con voz temblorosa. "¿Quién es esa chica?".
Julian pareció dudar antes de responder: "Emily, puedo explicarlo. Necesitaba... alguien... mientras estábamos separados".
Sentí como si un puñal me atravesara el corazón al escuchar sus palabras. Las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos, pero me obligué a mantener la compostura. "Traicionaste nuestra relación, Julian. La distancia no es una excusa para engañarme".
Sin decir una palabra más, solté la mano de Julian y salí corriendo del estadio. Me sentía devastada, herida y traicionada. No podía soportar estar cerca de Julian en ese momento, así que corrí hacia la casa que solíamos compartir. Al ver las pertenencias de otras chicas esparcidas por el baño, el dolor se intensificó.
Recolecté mis cosas en silencio, tratando de contener mis sollozos. Una vez que tuve todo, me dirigí al hotel, sintiendo el peso abrumador de la traición y el dolor en cada paso que daba.