4/10
Jude llegó a casa poco después de mi llamada, y al abrirle la puerta, sentí un abrazo reconfortante que me hizo sentir un poco de alivio. Sin palabras, me condujo al sofá y me senté junto a él, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado.
"¿Qué pasó, mi niña?", preguntó Jude con voz suave, sus ojos llenos de preocupación mientras me miraba.
Tomé un respiro profundo antes de comenzar a contarle todo lo que había sucedido. Le expliqué sobre la celebración de Julian en el estadio, la confrontación en los camerinos, y cómo había descubierto las pertenencias de otras chicas en nuestra casa. Cada palabra que salía de mi boca parecía liberar un poco más de la carga emocional que había estado llevando.
Jude escuchó atentamente, asintiendo ocasionalmente para mostrar que estaba siguiendo mi relato. A medida que continuaba hablando, sentía que las lágrimas amenazaban con emerger de mis ojos, pero me esforcé por mantenerme firme, sabiendo que tenía a Jude a mi lado para apoyarme.
Después de terminar mi relato, me encontré en silencio, mirando fijamente hacia el espacio. Jude permaneció en silencio también, dejando que mis palabras se asentaran en el aire entre nosotros. Después de un momento, se inclinó hacia mí y me envolvió en otro abrazo reconfortante.
"Lo siento mucho, Emily", murmuró Jude, su voz llena de empatía y comprensión. "Nadie debería tener que pasar por algo así".
Asentí con la cabeza, agradecida por su presencia y sus palabras de apoyo. Sentí que una oleada de gratitud me inundaba mientras me daba cuenta de cuánto significaba para mí tener a alguien como Jude a mi lado en momentos difíciles como este.
Decidimos tomar un descanso del peso emocional de la situación y disfrutar de un poco de helado de chocolate, mi favorito. Mientras saboreábamos el dulce helado, compartimos algunas risas y recuerdos felices, recordando momentos más ligeros para alejar la tristeza que nos rodeaba.
Después de un tiempo, me sentí un poco más tranquila, sabiendo que no estaba sola en este momento difícil. Jude seguía a mi lado, ofreciéndome su amistad y apoyo incondicional. Aunque el dolor aún estaba presente, también había un rayo de esperanza en la cálida amistad que compartíamos.
--
luego de un rato de comer el helado le ofrecí un poco de vodka y el acepto y nos pusimos a tomar mientras desaojaba mis penas, a medida que la noche avanzaba y el vodka fluía, nos sumergimos en una especie de euforia compartida. La música llenaba la habitación, vibrando en sintonía con nuestros corazones acelerados. Entre risas y confesiones, nos encontramos cada vez más relajados, liberando nuestras penas en el éxtasis de la noche.
El vodka quemaba en nuestras gargantas, pero solo añadía calor a la atmósfera cargada de electricidad entre nosotros. Con cada sorbo, nos acercábamos más, compartiendo secretos y susurros que solo el alcohol podría desatar.
Nos dejamos llevar por el ritmo de la música, moviéndonos al compás de una melodía que solo nosotros podíamos escuchar. Cada paso de baile nos acercaba más, hasta que finalmente, nuestros cuerpos se encontraron en un abrazo íntimo y apasionado.
Fue en ese momento, con nuestras miradas ardientes y nuestros labios apenas separados, que sentí el impulso irresistible de acercarme más. Sin una palabra, nuestras bocas se encontraron en un beso ardiente, cargado de emoción y deseo reprimido.
"¿Estás segura?", susurró Jude entre besos, su aliento caliente rozando mi piel.
Asentí con la cabeza, incapaz de encontrar las palabras mientras me perdía en el torbellino de sensaciones que nos envolvía. Mis manos buscaban la suya, anhelando su contacto mientras nos entregábamos al momento con una pasión ardiente y desenfrenada.
Nos besamos con una intensidad que consumía todo a nuestro alrededor, nuestros cuerpos entrelazados en una danza de deseo y anhelo. Cada roce, cada suspiro, parecía encender aún más la llama que ardía entre nosotros, hasta que finalmente nos encontramos en la cama, casi desnudos, nuestros corazones latiendo al unísono en la oscuridad de la noche.
En ese momento, éramos uno, fusionados en un torbellino de pasión y deseo, incapaces de resistirnos el uno al otro. Y mientras el mundo seguía girando fuera de nuestras puertas, nosotros nos sumergíamos en el éxtasis del amor compartido, dejando que la noche nos consumiera por completo.