Escucho los pasos en el techo que suelo escuchar todas las noches. Desde que Fran me contó que Lucian suele subir al techo cuando no puede dormir, me despierto cada vez que esos pasos suenan. Luego, me vuelvo a dormir.
Hoy no puedo hacerlo. El sueño está escurridizo y no entiendo por qué. Debe ser que sigo sensible por lo que ocurrió en el bosque. Recordar a mamá y a papá, que Lucian me viera... Fue demasiado.
Aunque todo mejoró muchísimo cuando Lucian se quedó conmigo, sentados en el bosque. Mi hombro recuerda demasiado vívidamente cuando su mano estuvo en él por varios minutos, consolándome.
No entiendo por qué lo hago, no estoy siendo una persona racional en este momento, pero me levanto de la cama, me pongo un jersey y camino hacia la ventana para subir al techo. Obviamente no soy tan hábil como Lucian para esto, pero lo logro después de algunos intentos y de juntar el coraje para hacerlo.
Lo que me encuentro allí me deja helada y no es por el frío que hace.
Lucian está en la orilla. Tiene sus ojos pegados en el suelo, como si estuviera a punto de lanzarse. Mi corazón comienza a latir demasiado rápido y mi cabeza trata de maquinar algún plan si es que llega a caerse.
O si se lanza, que es lo que parece que quiere hacer.
Él está tan concentrado en el suelo de la casa que no percibe mi presencia. Camino lo más lento que puedo para no espantarlo. Pienso en tomar su brazo y empujarlo hacia mí, lo más lejos posible del borde de la casa. Después pienso que no es una buena idea.
-¿Lucian?- pregunto con suavidad.
Veo los músculos de su espalda tensarse, pero no se gira para verme. Tiene ambos brazos en sus costados y, como ya sabe que estoy detrás de él, tomo su mano con la mía.
No debería sentirse así de bien...
-¿Qué haces aquí, Elysia?- pregunta con un tono entre confundido y enojado.
-¿Qué crees que haces tú aquí?- pregunto a mi vez, con tono confundido. ¿Está enojado conmigo?- Estás muy cerca de la orilla. Te vas a caer, idiota
-Como si te importara realmente...
-No me gusta la idea de sacar un cuerpo muerto del jardín de mi casa, la verdad.
Me golpeo mentalmente en la cabeza por lo fría y dura que fui al decir eso. ¿Por qué siempre me pasa lo mismo? Digo cosas que no siento realmente por razones que ni yo misma entiendo.
Veo que Lucian gira la cabeza para verme. Nuestras manos siguen juntas y él tiene una expresión entre sorprendido y divertido. Ahora estoy más confundida que antes. ¿Alguien podría darme un manual para entender a este chico, por favor?
-Vamos, Lucian. Aunque sea sal de la orilla- parece dudar mientras nos miramos a los ojos- No me hagas noquearte para sacarte de aquí. No creo que sea muy lindo para ninguno de los dos.
Poco a poco, tiro del brazo de Lucian hacia mí y él se deja llevar hasta que estamos por la mitad de la casa. Ahí, él se sienta en el techo y mira las estrellas. Siento que sus ojos se ponen llorosos mientras me siento frente a él, quien mira cualquier lugar menos a mí.
Nos quedamos en silencio unos segundos, donde parece calmarse. No me había dado cuenta lo tensa que estaba hasta que lo veo más tranquilo y mi cuerpo se relaja también.
Bueno, eso hasta que un enojo potente comienza a embargarme. Un enojo lleno de preocupación, pero no soy la mejor imagen de la inteligencia emocional en estos momentos:
-¿¡Qué crees que hacías, imbécil!?- le digo golpeando con mi mano en su brazo lo suficientemente fuerte para que se queje.
-¿Auch?
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La magia perdida
Fantasy¿Podrías perdonar a la persona que asesinó a tus padres cuando tenías solo ocho años? Esa es la pregunta que se hace Elysia Baggio, una de las últimas hechiceras del planeta quien, junto a sus hermanos Dante y Francesca, buscan una forma de sobrevi...