Capítulo 38: Lucian

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Sé que algo va mal antes de cruzar el umbral de la puerta. Primero, porque la puerta está entreabierta y sé que Ely jamás lo haría. Es demasiado paranoica para eso y con razón. Luego, no la encuentro por ningún lado. La casa no es tan grande y ella estaba muy enferma como para hacer la limpieza o... moverse demasiado, en cualquier caso. Por último, su teléfono, billetera y sus cosas en general siguen aquí. Lo que más me preocupa y me alarma totalmente es que sus botas están en el mismo lugar en el que estaban antes de salir de casa.

No conozco a Ely desde hace tanto tiempo, pero jamás la he visto salir de la casa sin ellas puestas. Las adora con su vida. Toda la ropa que tiene combina con ellas. Están gastadas de tanto uso y creo que las he visto rotas un par de veces antes de que las arreglara.

Es completamente imposible que Elysia Baggio haya salido de casa sin ellas. Por decisión propia, al menos.

Antes de entrar en pánico, tomo mi teléfono y llamo a Francesca. Yo me escapé unas horas antes del horario de salida así que Fran y Dan siguen en la escuela.

Espero unos segundos hasta que Fran toma el teléfono. Debe estar en el horario de almuerzo.

-¿Cómo está Ely?- es lo primero que me dice Fran cuando contesta el teléfono- ¿Sigue sintiéndose muy mal?

-Ely no está en casa, Fran- silencio. No me contesta nada así que continúo- ¿Te dijo algo...?

-Quizá fue a la farmacia a comprar medicamento, Luca- trata de tranquilizarme. Seguramente piensa que me estoy volviendo loco- Trata de llamarla...

-Todas sus cosas están en casa- la interrumpo así empieza a comprender mi pánico- Su teléfono, billetera... toda su ropa está aquí.

-¿Sus botas?

-También están aquí, Francesca- silencio. Escucho lo que parecen murmullos. Debe estar hablando con Dan, siempre almorzamos todos juntos- ¿Fran?

-Dime- me dice con voz más preocupada.

-La puerta estaba abierta cuando llegué.

Nuevamente silencio. Ya me estoy empezando a desesperar, la verdad. Tengo un mal presentimiento sobre todo esto.

-Vamos para allá- y Fran corta la llamada.

Pienso en que, si Ely llega a casa antes que sus hermanos, me veré como un ridículo exagerado, pero es que la conozco muy bien. Sé que no es de las personas que desaparecen de un momento a otro sin avisar.

Vamos, Ely suele avisarle a Francesca hasta cuándo va a comprar a un negocio que está cerca de aquí. Creo que Fran ha estado teniendo problemas de ansiedad que aumentan cuando no tiene el control y saber dónde están todos es parte de mantener el control, supongo.

Una media hora después, quizá un poco más, Fran y Dante llegan a casa casi corriendo. Cuando llegan, buscan a su alrededor con la mirada, supongo que a Ely, pero niego con la cabeza.

-¿No te dijo nada de a dónde iría?- pregunta Dan acercándose a mí con la cara roja y sin los lentes puestos.

-El último mensaje que me envió fue hace un par de horas- le digo a Dan mostrándole mi teléfono- Le envié algunos más pero no me respondió. Supuse que se había quedado dormida...

Dante se queda viendo mi teléfono con el mensaje que me envió ella y los que le envié yo que nunca me respondió. Luego de unos segundos, me devuelve el teléfono. Veo que va frenéticamente a mi habitación y luego a la de Ely.

No entiendo qué está buscando. Ya le dije que sus cosas están aquí. Supongo que don perfecto tiene que verlo con sus propios ojos.

Cuando vuelve, parece furioso. Prácticamente corre hacia donde estoy yo, me toma por la playera que estoy usando y me acerca a su cara. Me muestra sus dientes como si quisiera parecer un lobo aterrador cuando todo lo que provoca en mí es mucha vergüenza ajena.

-¿Qué le hiciste a mi hermana, imbécil?- me dice casi escupiendo en mi cara por la rabia.

-¿Yo?- pregunto enfadado. Yo jamás le haría nada a Ely- ¡Tú fuiste el último en hablar con ella aquí en la casa! ¿O me equivoco?

-¿Qué insinúas, Lucian?

-¿Qué insinúas tú, Dante?

Veo como Dan mueve su brazo derecho, como si quisiera darme un golpe, pero no tengo tiempo para estar peleando con este imbécil. No me importa lo que le pase. Lo único que me importa ahora es que Ely está desaparecida y eso no puede ser nada bueno.

Antes de que pueda golpearme, levanto mis manos y las pongo en su pecho para detener su ataque. Luego, digo las palabras que Elysia me enseñó hace algunos meses, cuando ella lo usó en mi contra.

- Ut ex me- digo casi gritando.

Dante sale volando en la dirección contraria en la que me encuentro yo, chocando con el sofá, cayendo sobre él y desarmando las almohadas que caen al suelo casi todas ellas.

-¡Dante!- grita Francesca antes de acercarse a tu hermano para ver si está bien.

-Lo creas o no, quiero a tu hermana, imbécil- le digo manteniendo mis distancias. No quiero tentar mi suerte- Deberíamos estar concentrados en encontrarla, no en discutir entre nosotros.

-Luca tiene razón, Dan- dice Fran en un tono conciliador que le he escuchado antes cuando habla con sus hermanos y están tratando de tomar una decisión.

-Lo quiero lejos de mí...

-¡Ya basta, Dan!- grita Francesca, dejando el tono conciliador y entrando en pánico- Deja de ser tan idiota y encontremos a Ely, ¿quieres?

Creo que tanto Dan como yo nos quedamos un poco impactados por el arrebato de Francesca. Ella siempre ha sido tan tranquila, pacífica...

Está preocupada. Tan preocupada como yo en estos momentos. El único que no está reaccionando como debería es el idiota de Dante, pero lo necesito para encontrar a Elysia. Es su hermana y, lo quiera admitir o no en voz alta, la conoce mejor que yo.

Me acerco a Dan quien me mira con mucha desconfianza. Por su parecido, me recuerda a como me miraba Ely las primeras semanas en que nos conocimos. Le ofrezco mi mano para mostrar que estoy dispuesto a mostrar una tregua, pero él no la recibe.

Y después el infantil es uno...

Veo a Francesca quien tiene los ojos llenos de lágrimas que está esforzándose por no dejar salir. En un momento, parece que algo le llama la atención en el sofá y se acerca a éste, donde recoge algo de allí.

Apenas lo toma, lo suelta, como si le hubiera quemado. Noto que sus ojos ya no tienen lágrimas, pero sí parece estar en estado de shock o asustada. Quizá una combinación de ambos.

-¿Fran?- le pregunto acercándome a ella- ¿Qué...?

Veo lo que está en el suelo, que es lo que había tomado Francesca antes. Me quedo congelado cuando veo que es el colgante que le regalé a Elysia hace semanas, el de bruja.

No se ha quitado ese colgante desde que se lo di. Hasta duerme con él...

Me agacho para recoger el colgante y, apenas lo toco, escucho en mi cabeza la voz de Elysia decir el nombre de la persona que más odio en este planeta. El nombre de la persona que me ha jodido la vida desde el momento en que nací y quedé a su cargo y que no me sorprende en absoluto que esté detrás de todo esto porque parece que es muy feliz jodiéndome cada vez más la vida.

Serenity...

La magia perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora