La chica a la que estoy besando es perfecta para lo que necesito ahora. No tengo idea de cuál es su nombre- no me importa tampoco- pero sé que debe ser uno o dos años mayor que yo. Está cursando el primer año de la academia que fundó mi tía Serenity para crear cazadores de hechiceros, como ella y como yo.
Se supone que no me puedo acercar a los estudiantes de su academia. Al fin y al cabo, soy un hechicero, pero esa es solo una de las muchas razones por las que vengo cada vez que puedo.
-¡Lucian!- la horrible voz de mi tía nos interrumpe, haciendo que la chica con la que me estoy besando se aleje de mí de un salto.
-Serenity- la llamo por su nombre.
-Ve a tus clases, Faith- le dice a la chica quien sale corriendo apenas mi tía se lo ordena- Pensé que te había dicho que no puedes estar por aquí, Lucian.
-Y yo pensé que te había dicho que no me importa lo que me digas, Serenity.
Me doy la vuelta para darle cara a mi tía. Su cabello rubio está demasiado ordenado, como siempre, y está vestida entera de negro, lo que me dice que probablemente venga de una clase de defensa personal.
Serenity West y yo no nos llevamos bien. En absoluto. Cuando era más pequeño le tenía mucho miedo y por eso hacía todo lo que me ordenaba, pero pasaron los años y me aburrí de ser un arma para su lucha. Me preocupo de hacerle la vida imposible cada vez que puedo.
-Deja esa actitud arrogante- me apunta con un dedo, haciendo que cruce los brazos, dándole a entender que no me importa lo que me diga- Eres un niñito malagradecido. ¡Todo lo que he hecho por ti y así me lo agradeces!
-No has hecho nada por mí y lo sabes muy bien.
-¡Te he estado criando desde que eres un bebé!- me grita, sin importarle que todos sus pupilos estén en clases- Te he salvado de los monstruos que te han intentado asesinar desde siempre y, gracias a mí, ya casi no quedan hechiceros en este mundo.
Suspiro y dejo mis brazos a mis costados. Miro a mi tía a los ojos y le doy una pequeña sonrisa.
Tiene razón. Los hechiceros intentaron asesinarme cuando nací y ella me salvó. Serenity me ha cuidado desde entonces, pero no me gustan las cosas que me obliga a hacer. Yo no soy un soldado como ella y sus pupilos.
-Te he dado mucho tiempo para que reflexiones y entiendas que todo lo que hemos hecho, ha sido por ti- continúa. Nunca deja pasar una discusión, dios- Necesito que vayas a una misión.
-No hemos hecho misiones en años. ¿Por qué ahora?
-Hemos escuchado que se está formando una alianza de hechiceros en Colorado- me responde con su tono militar. Odio que ocupe ese tono conmigo- Unos ancianos que han logrado esconderse de nosotros mucho tiempo. No podemos permitir que eso ocurra y tú lo sabes. Necesito que vayas con algunos de mis hombres y mates a todos los hechiceros que encuentren.
Puedo notar fácilmente el odio con el que dice esas palabras. Muchas veces me ha contagiado ese odio, pero no me gusta cómo me siento conmigo mismo después de esto.
-Sabes que no quiero matar a nadie.
-Y tú sabes que a mí no me importa lo que tú quieras- responde acercándose a mí de forma intimidante- Tampoco te estoy preguntando si quieres hacerlo. Te estoy ordenando que vayas con mis hombres, viajes en bus a Colorado, encuentres a esos hechiceros y los mates.
Bajo la cabeza ante la intimidación de mi tía. Odio que tenga ese efecto en mí, pero no puedo evitarlo. Siento como el enojo corre por mis venas y el fuego se crea en mis manos sin pedirme permiso antes, lo que hace que me enoje aún más y las llamas crezcan. Es como un círculo vicioso, la verdad.
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La magia perdida
Fantasía¿Podrías perdonar a la persona que asesinó a tus padres cuando tenías solo ocho años? Esa es la pregunta que se hace Elysia Baggio, una de las últimas hechiceras del planeta quien, junto a sus hermanos Dante y Francesca, buscan una forma de sobrevi...