Capítulo 22: Elysia

18 4 1
                                    

Todo el domingo lo paso como si hubiera una niebla a mi alrededor que no me deja ver con claridad, así que voy lento y con cuidado. Dante me llamó "zombie" en un momento y Francesca me preguntó si estaba bien. No les respondí a ninguno de los dos. Necesitaba un momento para estar tranquila y llorar la muerte de mi madre.

Ese día sábado después de leer la carta de mamá, me di cuenta que jamás lloré su muerte ni la de papá. No tuve tiempo de hacerlo. Hemos estado en modo sobrevivencia desde entonces y en lo único que he podido ocupar mi mente es en mantener a salvo a mis hermanos y aprender a sobrevivir por nuestra cuenta. Cuidar a Francesca sobre todas las cosas. Esa era mi prioridad. Solo ahora me doy el tiempo de extrañarla, imaginar cómo hubiera sido nuestra vida con mamá en ella.

Me paso el domingo- incluyendo la noche, porque no puedo dormir- pensando en cómo sería tener a mamá aquí con nosotros. Ayudaría a Fran en sus deberes escolares, aunque sería Fran quien terminaría enseñándole. Tendría conversaciones profundas con Dan sobre la vida y el futuro. Bromearía conmigo y trataría de hacerme ver el lado bueno de las cosas, tal como lo hace Fran normalmente.

Pero la cosa es que ella no está aquí. Nunca más lo estará.

Veo el amanecer del día lunes siguiente. No he podido dormir pensando en ella y en papá. Puede que me sienta más conectada a mamá porque era nuestra mejor amiga cuando estaba viva, pero también se me ocurre que, al ser más parecida a papá, puede que me hubiera llevado mejor con él de adolescente que con mamá. Lamentablemente, nunca lo averiguaremos.

Estoy exhausta. Me siento de luto, aunque perdí a mis padres hace poco menos de diez años.

En la escuela, paso por las clases como si nada me importara. No saco un cuaderno, no tomo apuntes y, por supuesto, no pongo atención a las clases. Lo único que me saca algunas veces de mis pensamientos son los pensamientos de mis compañeros. Cuando mi estado de ánimo es bajo, mis poderes se aprovechan y escuchan la mayor cantidad de mentes posible. Eso hace que me canse aún más.

Cuando llega el momento de hacer mi examen de literatura, estoy tan cansada que apenas puedo mantener mis ojos abiertos. Los siento hinchados, como si las lágrimas de la noche anterior todavía me estén afectando a pesar de las horas y las veces que me lavé la cara.

Dejo mi examen en blanco.

No logro concentrarme. La verdad, ni siquiera logro leer las preguntas del examen. El gran Gatsby ha ocupado una parte tan insignificante de mi cabeza que siento que ni siquiera vale la pena intentarlo. Sé que no voy a recordar nada de lo que he estudiado.

Ya casi no quedan minutos para realizar el examen. Muchos de mis compañeros han entregado el examen y están esperando que yo y otros compañeros terminen el suyo para poder salir al receso. Entre ellos está Lucian. Siento su mirada en mi nuca, preocupado. Es tan intenso que puedo sentirlo demasiado.

Tocan el timbre y me levanto para entregar el examen que, con mucha suerte, tiene mi nombre escrito. Si el profesor me dice algo o me da una mirada significativa, no me doy cuenta y tampoco es que me importe. Sé que la he cagado, no necesito que alguien más me lo esté diciendo.

Con la mochila en la espalda, me acerco a la puerta para salir del salón de clases, pero siento que alguien me detiene, impidiéndome el paso.

Obviamente es la persona más molesta de este lugar. Lucian.

-¿Dejar el examen en blanco es una nueva táctica para dominar el mundo?- dice a modo de broma, pero no funciona. Siento que ya no podré volver a sonreír, aunque también sé que eso es una exageración.

Trato de esquivar a Lucian para salir. Quiero saltarme la siguiente clase e ir a casa a descansar un poco. Quizá sin los demás dentro puede que logre dormir un poco...

La magia perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora