CAPÍTULO III

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CAPÍTULO III: Daphne Bell y La búsqueda de la validación total
"Y viendo el Señor que la maldad del ser humano crecía sin medida y que todos sus pensamientos tendían constantemente al mal, le pesó haber creado al ser humano sobre la tierra (...) Pero el Señor se apiadó de Noé"
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Martes 2 de Septiembre, 1975


Daphne se despertó con el rostro hinchado, ojos que ardían, y una melena reseca y despeinada que haría orgulloso a Godric Gryffindor.
Sus compañeras de cuarto ya habían despertado y aparentemente, también ya se encontraban en el Gran Comedor ya que sólo podía apreciar las camas nítidamente ordenadas, y una pequeña nota rosada en el espejo compartido. No sabía qué hora era, y le costó entender que estaba en el castillo, y no más en su casa.

Se levantó sin necesidad de apresurarse, se estiró a lo largo hasta que sus pies se sostuvieran en sus dedos, como intentando alcanzar el techo. Miro hacia fuera, la lluvia había parado pero aún seguía nublado. Daba la impresión que volvería a llover. Los campos verdes de Hogwarts eran una maravilla, quitaban el aliento realmente. Aún había rocío en el césped, y la niebla se apreciaba a lo lejos en los valles. Sacó la mano por la ventana, una brisa helada golpeó su rostro y efectivamente, comenzaba a lloviznar. Dejó que la lluvia besara su mano con suavidad y delicadeza, causándole cosquillas. Su cabello comenzaba a quedar frizzado por la humedad, pero no dejó que ello le importase.
Daphne deseaba que supiera volar, que las nubes pudieran sostenerla de alguna forma. Quería quedarse allí para siempre, sentirse liviana. Pero el mundo real estaba lleno de responsabilidades.
Luego del discurso de Dumbledore la noche anterior, había sido difícil poder dormir en la noche. Los sueños eran interrumpidos por cualquier ruido que escuchaba y se despertaba con el corazón en su boca y la varita en su mano, creyendo que estaba en Aberdeen y puristas de sangre estaban atacando su casa y a su madre.

¿Cómo podía dormir tranquila en esas condiciones? ¿Qué tanto tardaría el Ministerio en avisarle que su madre estaba muerta, si eso pasaba? ¿Qué ocurriría si su madre terminaba siendo una más de esos muggles que desaparecían y aparecían meses más tardes con sus rostros tan desfigurados que no era posible reconocerlos y no podían tener un entierro digno por ello? Sin nadie que los llore, sin familiares que puedan despedirse correctamente. La calma del castillo la enervaba, no quería sentarse en clases y hacer nada —estudiar realmente no era tan importante comparado a la seguridad de su familia—. Quería poder hacer algo que ayudase a lo que ocurría afuera.

Se adentró en su cuarto nuevamente y cerró el vidrio con un poco de esfuerzo, sentándose en su cama deshecha. Recordó su verano, cuán silencio e incómodo había sido. La relación con su madre nunca había sido una estable, eran continuos altos y bajos —más bajos que altos—, y Daphne no recordaba un momento de su vida en el cual no había sido así.

Daphne era hija única de un matrimonio mestizo, su padre era Romulus Nott, un reconocido mago en el mundo mágico por todas las razones equivocadas, y su madre era Delilah Zipporah Bell, una muggle introvertida que había sido golpeada por la vida demasiadas veces. No recordaba su primera infancia, era difícil hacerlo dado que la mayoría de ella era un borrón en su memoria. Su padre había sido un buen padre, lo suficiente como para dejar una cicatriz en su lóbulo frontal por el resto de su vida y otra en su costilla izquierda, sin embargo nunca había sido un mejor esposo. Se había enamorado locamente de Delilah Bell, una muggle dulce y tímida, a pesar de los fuertes ideales puristas que se ataban a su corazón. Eso había salido tan bien como uno podía esperarlo.

A sus seis años, Daphne se vió volviendo a la casa de sus abuelos maternos con sus maletas y una madre completamente traumatizada por cualquier hombre que la mirase, y miedo hacia su propia hija porque después de todo, era el mismo monstruo que su padre era. Delilah no había sido una mala madre, solo era una persona miedosa. ¿Podía Daphne culparla? No, porque ella más que nadie había visto cuánto su madre intentaba una y otra vez, mejorar y seguir adelante. Daphne jamás culparía a su madre por la crianza ausente y fría que le había dado, Daphne sabía que cada vez que Delilah parecía mejorar, algo ocurría en sus vidas que la dejaba peor que la última vez. Era un constante recordatorio que ella no debía ser feliz, y luego de un tiempo, simplemente dejó de intentarlo.

𝐮𝐧𝐭𝐢𝐭𝐥𝐞𝐝 ➵ j.potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora