• . ˚ * ━━ 𝐏𝐇𝐀𝐍𝐓𝐀𝐒𝐌𝐀𝐆𝐎𝐑𝐈𝐂
❝¿De qué sirve ver fantasmas si no se ríen de mis chistes?❞
Las hadas espirituales no eran muy comunes en el Otro Mundo. Pero ahí estaba Aura, deseando tener unos poderes distintos que no alteraran tanto sus...
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【 CAPÍTULO TRECE 】 PERDIÓ EL CONTROL
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LA PÉRDIDA DE LOS poderes de Musa y de Beatrix supuso un gran cambio en las vidas de ambas. Ya no podían asistir a las mismas clases que las demás hadas y Rosalind las relegaba a trabajos simples como el mantenimiento de la escuela. Beatrix y Aura no habían vuelto a hablar desde entonces, pero sí había preguntado a Musa cómo se encontraba. La ex hada de la mente pasaba los días realizando las tareas que le eran asignadas, haciendo ejercicios con Terra que le facilitaran la recuperación de los poderes y, básicamente, en un estado de desánimo.
Para hacerla más feliz, Aura le propuso ayudar a los especialistas, por lo que tuvo que convencer a Riven de que admitiera a su amiga para que fuera de utilidad.
—No entiendo de que le servirá estar con los especialistas —se había quejado Riven cuando se lo pidió. Se encontraban solos en la habitación del chico.
—Pues porque le gustan vuestros entrenamientos. Lo ha dejado con Sam y no tiene poderes, sé que preferirá ir con vosotros que fregar baños.
—Bueno, está bien —aceptó Riven finalmente—. Pero solo lo hago porque me lo pides tú.
Aura sonrió alegremente y se acercó para darle un corto beso en los labios.
Estaban bien desde su ultima conversación profunda. Siempre les ocurría lo mismo: se enfadaban, tenían un momento de confesión de sentimientos y se reconciliaban. Parecía una práctica habitual. Sin embargo, quería seguir a su lado. Se había acostumbrado a su presencia y se veían todos los días después de las clases. Daban paseos, comían juntos... Hacían cosas que se podría considerar de pareja pero sin llegar a serlo. Aura no quería más; aún sentía las miradas asesinas de Beatrix y de Dane cada vez que se cruzaban por los pasillos.
No obstante, también trataba de tener tiempo para sus amigas. Solían pasar sus tardes en la sala común, pensando maneras de encontrar a la bruja de sangre para recuperar los poderes de Musa. Un día, Terra parecía especialmente alterada y decidió hablar para todas.
—Chicas, tengo algo que deciros. No es nada raro ni malo, al menos no creo que lo sea... Además, no es para tanto. Es importante para mí pero... —comenzó a titubear con nerviosismo. Las demás la miraron seriamente para que fuera directa al grano—. Bueno, la cosa es que soy gay. Una parte de mí siempre lo ha sabido. Así que eso es todo.
—Terra, me alegra muchísimo que lo compartas con nosotras —dijo Aura sonriente.
Todas fueron a abrazar a la pobre chica, que estaba mirando el suelo tímidamente. Se quedaron en un cálido abrazo varios segundos hasta que Aura decidió volver a hablar:
