Qué curioso el vecino. Siempre que lo veo yendo de compras, o arreglando algún mueble en la terraza, está sonriendo. Pero no se trata de una sonrisa amplia. Sino una de esas sonrisas agazapadas, que cuando miras al que la hace, puedes ver que está feliz. Y no lo entiendo. El señor Reeves, que así es como le dicen tío Fred y tía Ana, vive solo; nunca veo que nadie lo visite. Llevo 6 meses en la ciudad, y siempre lo veo igual. Mañana intentaré entablar conversación con él en el portal. Y si tengo suerte, conocer la razón.
Bueno, hoy hablé con el señor Reeves. De hecho, me invitó a su casa, y me brindó una bebida. El mejor café ectoplásmico que he probado desde que llegué a Ghost City. Me contó que es fantasma desde hace 5 años. Murió en un accidente de automóvil, mientras viajaba con su esposa y su hija. Me dijo que mi rostro le recordaba a la niña; puede ser porque morí joven, con tan solo 16 años, en un tiroteo. Cuando entramos en confianza, me lancé y le pregunté lo de por qué sonreía siempre si estaba solo. Yo tengo a mis tíos, pero él no tiene a nadie.
-No tengo motivos para estar triste por la soledad, amiga. Sí estoy aquí solo, significa que ellas no murieron junto conmigo, que aún tienen un futuro por delante. -me dijo cómo no, sonriendo.
Ahora me agrada mucho el señor Reeves.
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VINO, MUERTE Y CAFÉ
DiversosUna recopilación de historias sobre la muerte y todas sus facetas; desde el vino que compartimos con ella hasta descubrir cuánto disfruta su trabajo.