¿Cuanto tiempo?

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Al día siguiente, o lo que pensó que sería el día siguiente, Karina se despertó y aquel hombre ya no se encontraba a su lado. Ni siquiera supo cómo logró dormir, con tanto miedo y el cuerpo tan tenso. "Debía estar muy cansada sin duda", pensó.

"¿Quién es ese hombre y qué quiere de mí?" Por la forma en que la habló, supuso que era alguien que la conocía o al menos sabía sus movimientos. Algo que, de ser cierto, sería preocupante y escalofriante, pues nadie más que sus amigos y pocod familiares sabían de su existencia.

"¿Quizás alguna sirvienta o personal que trabaja con mi familia filtró la información?" Ella sabía que todos los que trabajan en esa casa tenían un gran acuerdo de confidencialidad, que de incumplirlo, tendrían que pagar una multa más que billonaria.

Pero incluso sin ese acuerdo, también era consciente de la lealtad de los trabajadores a sus padres. Karina nunca se había sentido preocupada por que la información se filtrara de antemano, pues al no "existir" en esa familia, no esperaba que alguien se sintiera tan interesado en ella como para hacer algún escándalo.

—Si lo hubiera sabido, no me habría negado a ir a esas estúpidas clases de defensa personal —Soltó con profundo arrepentimiento.

Cada miembro de la familia Darch debía asistir a un curso intensivo de defensa personal y simulacros de secuestro u situaciones similares, ya que al ser una familia conocida por toda la ciudad y adinerada, muchas personas tienden a cometer ese tipo de acciones en busca de venganza o para obtener dinero fácil.

Todo esto se originó cuando secuestraron a su bebé recién nacida. Aunque los años pasaron y creyeron que la niña había fallecido, resultó que estuvo en un orfanato durante todo ese tiempo. ¿Quién habría pensado que esa niña era nada menos que Danna?

Natacha, su mejor amiga, también experimentó algo similar. Fue secuestrada cuando era pequeña, a los dos años aproximadamente, pero afortunadamente, su padre pagó la suma necesaria para recuperar a su preciada hija. Por lo tanto, ella también está sometida a ese duro entrenamiento. A diferencia de Danna, Natacha apenas tiene recuerdos del secuestro; si conoce la historia, es porque fue contada por su padre y hermanos.

"Ojalá pudiera ser una niña para luego no recordar todo esto una vez sea libre."

—¿Pero alguna vez seré libre? —susurró para sí, apareciendo en su mente aquella espeluznante voz distorsionada.

Recordaba que el cuerpo de aquel hombre también se sentía imponente, debía medir más que ella, no solo en altura. "Bueno, eso no era muy difícil, teniendo en cuenta que solo mido 1,66 m." No pudo evitar pensar en esas manos que la tocaban y cómo la alimentaba con tanta naturalidad, como si fuera un hecho común. Sus manos eran un tanto ásperas, como si las hubiera usado en exceso. Un estremecimiento la invadió al pensar de qué manera las habría empleado.

—Al menos sé que no es Rayan —murmuró, ya que el cuerpo de ambos no coincidía.

No estaba del todo segura, pero recordaba que Rayan era mucho más delgado que el hombre musculoso de anoche. Se removió en la cama y sacudió la cabeza, intentando alejar esas imágenes. "¿En qué demonios estás pensando, Karina?" Se regañó a sí misma.

"No es el momento de estar pensando en el cuerpo de un psicópata que te secuestró y amenazó."

Se sentía molesta porque su plan había sido descubierto más rápido de lo que pensó, incluso antes de terminar de llevarlo a cabo. Por no hablar de las sutiles amenazas que había recibido. Sabía que no podía seguir así, porque solo iba a salir perjudicada ella.

Se levantó de la cama y arrastró su cuerpo al baño. El cuarto de baño también era hermoso y muy moderno, de tonos claros beige. Un gran espejo rectangular abarcaba los dos lados. También había una sofisticada ducha y a su lado una bañera que más parecía un pequeño jacuzzi, por la forma que tenía.

Hasta Que Seas Mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora