¡No puede ser!

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—No puede ser. Esto no puede estar ocurriendo—murmuró mientras observaba la prueba de embarazo, temblando, recién realizada.

Durante el último mes, experimentó síntomas extraños que inicialmente menospreció debido a su propensión a enfermarse fácilmente. No obstante, la situación se complicó: su apetito era irregular, la sensibilidad a los olores se intensificaba y una incomodidad en los pechos la aquejaba.

Aunque inicialmente no se alarmó, atribuyendo los síntomas a la proximidad de su menstruación, la persistencia de estas inquietudes la llevó a realizar la prueba.

Obtenerla supuso casi otro regaño y castigo. Se la pidió a Kaitan, el menos entrometido de sus amigos. A pesar de su estupefacción, él accedió a ayudar, con la promesa de recibir explicaciones más tarde.

Karina se sintió como si estuviera llevando a cabo una operación clandestina cuando Kaitan le entregó la prueba en una ubicación oculta que su hermana usaba para salir discretamente.

Aunque podría haber solicitado la prueba a su Nana, la jefa de toda la servidumbre que la cuidó desde la infancia, decidió no hacerlo, temerosa de una posible traición después de las deslealtades de su ex prometido y hermana.

Tras obtener la prueba, no tardó en confirmar sus sospechas.

—De todas las personas en el mundo, ¿Por qué él?—se lamentó al borde de las lágrimas.

Observaba fijamente la prueba, como si esperara que las dos líneas de repente cambiaran a una. Su móvil empezó a sonar repentinamente, sobresaltándola en la cama.

Lo agarró y verificó quién era. Una vez más, un número desconocido. Deseó poder arrojar el móvil y romperlo.

—Hablando del rey de Roma.

" ¿Acaso no se cansa?" se preguntó con irritación. Había pasado una semana desde aquella conversación, y el número desconocido la había llamado incansablemente.

"Pensé que entendería la indirecta al no responder a sus llamadas, pero parece que no es así." El móvil continuó sonando durante unos largos minutos hasta que su paciencia se agotó, y finalmente respondió.

—¿¡Puedes dejarme en paz de una vez?! Si sigues acosandome, llamaré a la policía, sin importar cuanta influencia tenga tu...

—¿Karina?—intervino una voz femenina, totalmente diferente a lo que ella esperaba.

—¿Nat?—respondió sorprendida, notando cómo su rostro se ruborizaba.

—¿Quién si no? ¿Estás bien?—preguntó su amiga con preocupación.

—Sí, lo siento. No quería gritarte. Pensé que eras... Bueno, no importa—concluyó resignada.

—¿Que no es nada? Nunca te había escuchado gritar así. ¿Te está acosando alguien? ¿Desde cuándo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?—Natacha la bombardeó con preguntas, y ella sabía que no podría evitar responder.

Además, ya no veía sentido en ocultar algo que pronto saldría a la luz. Se dejó caer en la cama y, sin poder evitarlo, empezó a llorar.-

—¿Por qué lloras? ¿Qué pasa?—insistió su amiga, pero Karina solo respondía con lágrimas.

—¿Tus padres volvieron a decirte algo? ¿O fue tu hermana esta vez? Por favor, dime qué está pasando, me estoy preocupando.

—Lo siento, es que yo...—pero su voz se quebró por el llanto.

Ni siquiera sabía cómo contarle aquello. ¿Cómo podía revelarle algo de lo que no tenía recuerdos?¿Cómo decirle que el padre de su bebé es el hombre más temido, respetado y deseado de toda la ciudad? Y lo que más la preocupaba era la reacción de su familia. "Sin duda que después de esto, van a echarme como a un perro, como hicieron con el tío Tomás."

Hasta Que Seas Mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora