Te encontraremos.

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Natacha:

Esa misma tarde, Djoser movilizó todos sus recursos. Llamó a sus contactos en la aerolínea para verificar si Karina había tomado su vuelo y si había registros de su llegada. También se comunicó con sus amigos en la policía, pidiéndoles que investigaran discretamente a la familia Dachs.

Cada segundo que pasaba sin noticias de su amiga aumentaba la preocupación de Natacha, pero no estaba dispuesta a rendirse. Sabía que encontraría a su amiga, sin importar los obstáculos. Con la ayuda de su familia, la búsqueda apenas comenzaba.

"Tener más apoyo no está de más."

Natacha se bajó del coche frente a la casa de Kaitan y se dirigió rápidamente a la puerta. Kaitan ya la esperaba en el porche, nervioso pero aliviado al verla.

—¡Natacha! —gritó él al verla.

—¿Qué te pasa? ¿Quieres que todo el vecindario sepa que estoy aquí? —lo reprendió, dándole un golpe en el hombro.

—Lo siento, es que llevo todo el día con los nervios a flor de piel —dijo él, abriendo la puerta de su casa para dejarla entrar.

—Ya lo noto.

—Entonces, ¿qué has averiguado? ¿Cómo te fue con tu padre? —preguntó, tratando de contener la ansiedad.

—Mi padre va a ayudarnos. Está movilizando todos sus contactos para verificar si Karina tomó su vuelo y si llegó a su destino. También pidió a sus amigos en la policía que investiguen a la familia Dachs.

Kaitan suspiró, aliviado, dejándose caer en el sofá.

—Eso es genial.

—¿Lo ves? Te dije que ser rica tenía sus ventajas —respondió ella con una sonrisa de suficiencia, sentándose junto a él.

—Bien, bien, supongo que a veces es bueno ser hija de papá —dijo él, resoplando y poniendo los ojos en blanco.

—Que admitas eso, sin duda debe ser el fin del mundo —se burló ella.

—Cállate —la reprendió, lanzándole un cojín, a lo que ella se echó a reír, liberando gran parte de la tensión acumulada.

Pero las risas no duraron mucho y Natacha volvió a ponerse seria. El silencio inundó la sala y ninguno de los dos dijo nada durante unos minutos. Finalmente, Natacha habló, sabiendo que lo que iba a decir no le agradaría a su amigo.

—Kaitan, necesito pedirte algo más —dijo, bajando la voz.

—Sabes que puedes pedirme lo que sea.

—Es bueno saberlo, porque lo que quiero que hagas es que hables con Lucas.

La reacción de Kaitan fue inmediata. Se puso tenso y la miró con una mezcla de incredulidad y temor.

"¿Por qué de todas las personas debe ser él?", se preguntó, y un estremecimiento recorrió su cuerpo al recordarlo.

—¿Por qué quieres que hable con ese idiota? —preguntó, intentando que su voz no delatara lo alterado que estaba.

—Ya lo sabes, Lucas es el mejor amigo de Dídac y, por lo que nos contó Karina, ambos pasaron la noche juntos. Los D'Amico son la familia más poderosa de la ciudad. Si conseguimos su ayuda, podríamos encontrar a Karina mucho más rápido —explicó Natacha.

—Ya sabes que no solo son los más poderosos, también tienen una reputación aterradora. No quiero involucrarme con gente así.

—Lo sé, pero cuanta más gente nos ayude, mejor —intentó convencerlo Natacha.

—Es cierto, pero no necesitamos su ayuda. Con la ayuda de tu padre vamos muy bien servidos —argumentó, mordiéndose el interior de la mejilla con nerviosismo.

Su amiga estaba por llevarle la contraria, pero se quedó callada, analizando a su amigo, que parecía más nervioso de lo habitual.

"¿Por qué está tan nervioso?", se preguntó. Siempre era así cada vez que ella sacaba el tema; él se alteraba en exceso o hacía lo posible por cambiar el tema, lo que siempre despertaba su curiosidad.

—¿Qué fue lo que pasó realmente con él? —preguntó Natacha, sin apartar sus ojos azules del rostro de su amigo.

Kaitan levantó la cabeza, sorprendido por la repentina pregunta.

—Ya te lo dije muchas veces, no pasó...

—No me digas que no pasó nada, Kai. Si así hubiera sido, no te pondrías así —dijo, señalándolo con el dedo.

Kaitan sabía que su amiga tenía razón y deseaba poder compartir lo que había estado guardando durante tanto tiempo, pero al mismo tiempo se sentía avergonzado, pues ni él mismo entendía lo que había pasado aquella noche. No era un hombre que se sintiera atraído por otros hombres, por lo que no comprendía cómo había acabado en la cama con uno.

Por un tiempo, culpó al alcohol de todo lo sucedido, pero lo cierto es que no estaba tan borracho como para decir que fue culpa de la embriaguez. Y lo peor de todo es que fue la mejor experiencia sexual que jamás había tenido en su vida.

Incluso hoy, meses después de aquello, aún podía recordar sus manos suaves sobre él, sus labios calientes y húmedos recorriendo cada parte de su cuerpo, su voz que lo hacía estremecer y encender con cada palabra que salía de esa boca sucia, y su mirada ardiente, que lo observaba con un deseo tan intenso, como si fuera único en el mundo, como si solo tuviera ojos para él.

—¡Kaitan! —la voz de Natacha lo sacó de su ensoñación, sobresaltándolo y devolviéndolo al presente.

—¿Q-qué? —dijo él, confuso.

—Por el amor de Dios, llevo llamándote y no respondías. ¿En qué tanto estabas pensando? —le recriminó ella.

Kaitan agachó la cabeza, deseando que sus mejillas no se tornaran rojas y lo delataran.

—Bien, hablaré con Lucas.

—¿De verdad lo harás?

—Sí, pero no esperes mucho de él —se apresuró a decir.

—¿Y ese cambio tan repentino? —preguntó Natacha, mirando a Kaitan de forma sospechosa.

—Lo he pensado y tienes razón, toda ayuda es bienvenida con tal de averiguar dónde está Karina.

—La encontraremos, ya lo verás, y volveremos a ser el trío calavera de siempre —dijo ella con nostalgia, mientras sus ojos se humedecían.

—Seguro que sí, cuando la encontremos todo volverá a su lugar —repetía él, intentando dar ánimos a su amiga y deseando que sus palabras fueran ciertas.

Hasta Que Seas Mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora