'Nosotros.'

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Kaitan: 

Kaitan intentaba controlar su respiración mientras observaba a Lucas, quien hablaba por teléfono. Cada minuto que pasaba, la ansiedad y el nerviosismo se mezclaban con una creciente atracción que ni siquiera sabía que sentía por él. Aquel hombre tenía un carisma y una confianza que le resultaban irresistibles, aunque también intimidantes.

Finalmente, Lucas terminó su llamada y se volvió hacia Kaitan con una sonrisa tranquilizadora.

—Todo está en marcha. Mis contactos ya están buscando a tu amiga. Ahora, vamos a hablar de nosotros.

"¿De nosotros?" Kaitan tragó saliva, nervioso pero determinado.

—¿Qué... qué quieres hacer?

Lucas se acercó lentamente, sus ojos color miel fijos en los pardos de Kaitan, que intentaba mantener la compostura. Con una suavidad sorprendente, Lucas le acarició la mejilla.

—¿Estás nervioso?—preguntó a lo que Kaitan asintió despacio.

—No tienes que estarlo, relajate. Confía en mí, Kaitan. Esta noche, quiero que sea solo sobre nosotros.

'Nosotros' de nuevo repitió aquella palabra que lo hacía extrnecer por alguna razón. Kaitan asintió, incapaz de apartar la mirada de Lucas. Sentía que su cuerpo se aflojaba bajo el toque de Lucas, su miedo y nerviosismo comenzando a desvanecerse.

—Está bien —susurró—. Confío en ti.

Lucas sonrió y lo tomó de la mano, guiándolo hacia un lujoso sofá en una esquina de la oficina. Se sentaron juntos, y Lucas se inclinó, besando suavemente los labios de Kaitan. Kaitan respondió al beso, sintiendo una mezcla de deseo y alivio. 

Los besos de Lucas se volvieron más intensos, explorando la boca de Kaitan con una pasión contenida. Kaitan se aferró a Lucas, sintiendo cómo el calor se extendía por todo su cuerpo. Lucas lo empujó suavemente hacia atrás, haciendo que el otro se recostara en el sofá.

—Eres hermoso —murmuró Lucas, quitándole la sudadera que llevaba y desabotonando lentamente la camisa, besando su piel expuesta.

Kaitan se arqueó bajo su toque, su cuerpo respondiendo con una urgencia desconocida. Cada caricia y cada beso hacían que sus nervios se desvanecieran, reemplazados por una pasión creciente.

El pelirrojo tomó su tiempo, explorando cada rincón del cuerpo de Kaitan con manos y labios expertos, dejando a Kaitan sin aliento. Kaitan gimió suavemente, sus manos aferrándose a los hombros de Lucas, sintiendo cómo el deseo se apoderaba de él.

—Lucas... —susurró, sin reconocer su propia voz, temblorosa por las emociones que lo invadían.

Lucas sonrió contra su piel, sus ojos llenos de un deseo ardiente.

—Estoy aquí, Kai. No tienes que tener miedo.

Con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus besos, Lucas continuó, besando y mordiendo, tocando cada parte de Kaitan como si deseara dejar su huella en aquel cuerpo para que nunca pudiera olvidarlo, para que no pudiese escapar de él, incluso si lo intentara de nuevo.

Cuando le quitó la ropa por completo, lo observó y contempló. Kaitan jadeaba con los ojos cerrados. Lucas se mordió el labio mientras su mano se deslizaba hacia su miembro, tan duro que parecía a punto de romper su pantalón.

Sus propios músculos estaban tensos por contenerse, sus instintos le gritaban que dejara de contenerse y lo hiciera suyo, que liberara la tensión y lo hiciera gritar su nombre, como castigo por el trato de meses atrás. Por haberlo desplazado sin darle la oportunidad a nada.

—¿Lucas? —murmuró Kaitan, abriendo los ojos y mirándolo confuso, pues hacía pocos minutos que dejó de tocarlo.

Sus ojos se encontraron, y Kaitan pudo notar una lucha interna en el interior de él. Los pensamientos intrusivos de Kaitan comenzaron a cobrar vida.

"¿Se está arrepintiendo?" "Quizás vio que no soy tanto como pensó." "¿Va a desecharme?" Pero esos pensamientos, que pronto comenzaron a calar en su corazón, se disiparon rápidamente al sentir los labios de Lucas contra los suyos de nuevo.

Se besaron largo y tendido, con besos apasionados, salvajes y húmedos, que lo hacían volverse adicto y pedir más.

"Nunca había besado a nadie así, nunca me habían besado así tampoco."Pensó Kaitan.

Finalmente, cuando ambos estuvieron desnudos, Lucas se detuvo un momento para mirarlo a los ojos.

—¿Estás listo? —preguntó, su voz suave pero cargada de tensión.

Kaitan asintió. Aunque quería transmitir confianza, estaba muy nervioso, pero el deseo y la excitación que sentía opacaban sus nervios.

—Sí, estoy listo.

Lucas sonrió y lo besó profundamente antes de posicionarse sobre él. A pesar de no ser su primera vez con él, Kaitan se sentía como tal. Tomó aire y cerró los ojos en espera, pero los abrió poco después por la sorpresa.

—¿Pensaste que te la iba a meter sin más? —murmuró mientras sus dedos exploraban y abrían el interior de Kaitan.

Kaitan asintió y cerró los ojos por la vergüenza, sintiéndose extraño al notar sus dedos llenándolo.

—Idiota, si hiciera eso podría hacerte daño. No quiero hacerte daño —declaró, besándolo una vez más.

Lucas pudo verificar que después de él, nadie más lo había tocado, lo que le llenó de una alegría y placer indescriptibles. Quizás porque hacía mucho que no tenía algo que realmente le perteneciera, y saber que fue el primero, le hacía desear ser el único.

Siguió moviendo sus dedos en su interior, notando cómo el cuerpo de Kaitan se relajaba y los pequeños gemidos que escapaban de su boca.

Los minutos pasaron y cuando creyó que había sido suficiente, retiró sus dedos. Kaitan hizo un sonido de protesta y Lucas se rió a causa de ello. 

Tomó el condón que había preparado previamente, se lo colocó en su miembro y, con toda la paciencia y autocontrol que pudo reunir, entró en él con cuidado.

Kaitan soltó el aire que tenía en los pulmones y cerró los ojos con fuerza, sintiendo cómo aquel miembro lo llenaba por completo, como si no quisiera dejar ningún rincón sin explorar. Era tan abrumador que sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Te duele? —preguntó Lucas, temiendo haberle hecho daño.

—No-no —respondió sin aliento.

Claro que le dolía, pero no era un dolor que no pudiera soportar. Además, sabía que pronto se sentiría bien.

—No te detengas —lo alentó Kaitan, y Lucas así lo hizo.

Con movimientos lentos y cuidadosos, Lucas comenzó a hacer suyo a Kaitan, sus cuerpos moviéndose al unísono. Cada movimiento, cada caricia, estaba cargada de una pasión y una ternura que hicieron que Kaitan se sintiera seguro y deseado.

La noche transcurrió en un torbellino de sensaciones, donde el miedo de Kaitan fue reemplazado por una entrega total a Lucas. Ambos se dejaron llevar por el deseo, explorando y descubriendo nuevos límites de placer.

Cuando finalmente la pasión disminuyó, yacieron juntos, sus cuerpos entrelazados. Kaitan sintió una paz y una satisfacción que no había experimentado antes. Miró a Lucas, quien lo observaba con una sonrisa satisfecha.

—Gracias —murmuró Kaitan, acariciando el rostro de Lucas.

Sabía que él se había contenido bastante, había tenido mucho cuidado en no hacerle daño, pensando en su placer más que en el propio.

Lucas besó su frente suavemente.

—No, gracias a ti. Esta noche ha sido increíble.

Kaitan sonrió y se acurrucó más cerca de Lucas, sintiéndose más seguro y cansado que nunca. Nunca pensó que el sexo pudiera sentirse tan bien y ser tan agotador a la vez.

 Mientras se sumergía en el sueño, esperaba no arrepentirse en el futuro de lo que acababa de hacer.

Hasta Que Seas Mía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora