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°•°Una canción amable°•°

Revisé exhaustivamente el terreno donde me encontraba, las raíces firmes y profundas del árbol retenían cierta humedad incluso desde el pequeño agujero donde me encontraba recluida, escuchaba el canto agradable de las golondrinas y mejiros, sentía la brisa suave del viento, el calor de la tarde que bajaba poco a poco a una temperatura más fresca y la sensación dura de mi cuerpo en la tierra, salí un segundo para revisar a mi alrededor, solo estaban en el suelo las hojas del cerezo que caían con la brisa, quizá no sea mucho, pero por un poco más de comodidad el improvisar una superficie suave con las hojas marchitas que llevaban ya un tiempo en la superficie Talvez sería suficiente, tan rápido como pude recogí todos los pétalos y hojas caprichosas que caían con ternura del gran árbol, amontonandolas en aquel agujero oscuro lleno de tierra, pasaron largos minutos y pronto mi pequeño proyecto estuvo listo, lo bueno de esto, era que mientras el árbol tuviera hojas solo tendría que recogerlas cuando las que tenga ya no se puedan usar; me escondí de nuevo en aquel agujero oscuro y el suelo ya no se sentía tan duro, dormir por la noche iba a ser más fácil mientras no lloviera o las hojas terminarán por destruirse.

Un sonido emanó de mi estómago junto a una sensación de vacío que envolvía y pellizcaba mi cuerpo, tenía mucha hambre, pero no sabía de dónde podía sacar alimento ni como reconocer lo saludable de lo venenoso , salí un momento de mi pequeña recepción de tierra y me acerque al bosque donde solo habían arbustos, árboles y hierbatos, no podía  ver algo que pudiera comer con confianza y el sol pronto se iba a poner, debía encontrar comida pronto y volver antes de que la oscuridad envolviera el lugar y no pudiera regresar , divisé entonces en unos arbustos pequeñas bolitas de un color rojo, tan rojo que incluso alguien pensaría que son moradas o negras ante lo opaco que se veían, tomé uno de ellos entre mis dedos y lo exprimí un poco, se rompió como nada esparciendo por mis dedos aquel jugo rojo que olía bien y acerque la bolita a mi boca, saboreandolo, era un sabor ácido y dulce que se fundía en el paladar y conforme con el sabor tomé muchos de ellos en la tela de mis ropas y corrí mientras la copa del cerezo era visible en la claridad de la tarde, mientras haya luz no tendré que temer.

Unos instantes después llegué a ese árbol no sin antes mirar mis alrededores, temerosa por ser descubierta por aquellos hombres que mataban intrusos, o bien, eso fue lo que entendí yo.

El sol pronto dejó de brillar con la misma intensidad de antes y supe que estaba a punto de anochecer, incluso oía el canto nocturno de algunos animalitos como búhos o el sonoro "Cri-cri" de los saltamontes, la brisa era mucho más fresca que la mañana y empezó a subir en mi pecho una sensación desagradable debido al frío, sentía como apretaba mi pecho y garganta como si estuviera en un gran bloque de hielo , entré como pude al agujero y en la superficie de pétalos puse esas pequeñas bolitas rojas, eran muchas y su sabor era agradable, quizá cuando conozca mejor el área sea conveniente aprender a conseguir comida que se pueda aprovechar mejor, tomé de uno en uno las pequeñas bolitas ácidas y las devore con júbilo y alegría por no pasar tanta hambre ese día, pronto mi aperitivo se terminó y me acomodé en mi superficie perfumada floral mientras entonaba una canción.

A través de la brisa lejana, sé que el verano se acerca.
Brillando se roba mi mirada.
Quiero que su luz esté cerca.
Las luciérnagas aletean en el aire
Desde donde estoy quiero tocarlas
Su belleza efímera e inocente vuelo
Son ajenas a toda desgracia.

Es curioso como su elegancia.
Signifique algo tan bello.
Si tan solo pudiera tocarlas .
Estaríamos corriendo bajo el cerezo.

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— ¿El canto de una dama?. — pronunció el albino dejando de lado su taza de té.

— ¡Ho, ho! ¿Haz escuchado mal, Kogitsunemaru?. Recuerda que no hay mujeres aquí hace más de 200 años.

— ¿Kogitsunemaru escuchó el canto de una mujer? Pero si yo no escucho nada.

— Es porque mi corazón y alma también pertenecen a animales salvajes como los zorros. — sonrió retomando toda su atención en la dirección donde venía esa voz. — Es una canción agradable y la voz es amable.

— ¿No crees que sea por la última misión? Desde eso balbuceas canciones de damas que trabajaban en el campo , Talvez sea eso. — miro a su compañero, quién estaba un poco con fundido por aquella voz amable.

°•°Bajo la sombra del Cerezo°•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora