Capítulo 8

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   Correteo pisándole los talones al morenazo, se detiene ante mis exigencias bajando la cabeza al compás

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   Correteo pisándole los talones al morenazo, se detiene ante mis exigencias bajando la cabeza al compás.

ᅳ¡Tengo una buena noticia!

   Sonríe presuntuoso mordiéndose el borde de los labios.

ᅳ¿Ves cómo ninguna chica se me resiste?ᅳSe acicala el cabello y estira el cuello de su camisaᅳ. ¿De qué color será tu vestido? Es para que combine con mi corbata.

   Rodando los ojos doy una palmada en mi frente, este tipo es un grano en el culo. ¡Thomas me saca de quicio! Respiro hondo, pacífica, con el deseo de paliar la cólera a punto de estallar. Mi mente proyecta imágenes no aptas para personas sensibles. No en vano, dibujo una mueca forzada bastante cómica.

ᅳNo iré a ese absurdo baile.ᅳOmito clarificar que por supuesto no al del instituto Forks. Abro mi mochila y ensalzo los brazos hasta que la dura tapadera choca contra su narizᅳ. ¡Lo he conseguido!

   Ojiplático, me arrebata el libro igual que una fiera; en parte es divertido y por otra, es indignante porque ha volcado todo su interés en aquellas históricas hojas. Pasa las páginas para descubrir sus dibujos (lo cual apenas me sorprende, leer es un hábito que desconoce).

ᅳ¿Pero cómo…? ¿De dónde lo has sacado?

   Rememoro aquél sábado nublado envuelta en mi parka, acompañada de las tres personas que, sin darme cuenta, han calado hondo en mi corazón. Sin darme tregua a prepararme para lo que está por venir. Las escenas se suceden igual que una película, desde Jacob Black despidiéndose de mí hasta la confesión a mi hermana.

   Con los nervios a flor de piel le cuento que me gusta un chico; miento, que me he encaprichado de un chico increíble. Un chico que deslumbra al lado oscuro y frío que ha crecido a la par de mí; ya no lo siento susurrar en mi oído, ya no me importa qué dice; ya no es mi enemigo. Cuando las palabras escapan de manera natural y casi perfecta, Bella lanza una risita tierna. “Eso no es un simple encaprichamiento” me dice emborrachada en jolgorio.

   Yo, sin embargo, me hallo emborrachada de una emoción que todavía es imposible identificar.

   Conservo la calidez de su abrazo de hermana mayor rodeándome como si estuviera orgullosa, consternada y, a la vez, aterrada por perderme. Ventajosa es la situación que aprovecho poseer el libro Quileute. Pese a extrañarle (la convenzo de que lo usaré para una tesis en historia), me lo presta. “Está en buenas manos; palabrita de lectora aficionada.”

Historia Lobuna | Embry Call → REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora