Alexandra hace un examen visual frente al espejo. La indecisión acerca de su aspecto la hace comportarse como una auténtica desquiciada. “¿Me veo demasiado yo, me veo muy desarreglada?” reitera en su mente. Ha prescindido de sus confortables leggins oscuros sustituyéndolos unos vaqueros índigo con dobladillo en sus extremos y zapatillas blancas impolutas.Busca entre los castillos adosados en su habitación, un jersey que Michaela le regaló las navidades pasadas. Con cuello abierto y puntilla grabada, Alex retorna al momento en el que se lo puso por primera vez. Aún siente la consternación ahuecar en su pecho. Es un bonito obsequio de su madre e, incluso si jamás volviera a caber en él, lo conservaría. El peso sentimental que posee vale más que el propio jersey.
El tono rosa combina a la perfección con su piel y cabellera castaña y, volviendo a repasar de arriba abajo, se congratula de transmitir su esencia tan simple, pero al mismo tiempo pulcra de siempre.
Alex no es precisamente una chica coqueta, sin embargo, sabe cómo proyectar una imagen que sí lo consiga.
Luego de aplicarse máscara de pestañas (aprovechó su viaje a Port Angeles para reponer su maquillaje caducado) y brillo carmín en los labios, se dirige hacia el cuarto de Bella, a quien descubre tecleando en el ordenador. Se esconde bajo la capucha de su sudadera sombría, como si le confiriese algún tipo de superpoder semejante a la invisibilidad.
Bella, pese a la abatía e inquietud que la aborda debido a la ausencia de su pareja, se ofrece a llevarla al punto de encuentro con Embry Call. La menor insiste en que es innecesario y que le vendría bien despejar su azotea con aire fresco, pero es Bella quien se niega a que vaya hasta la ciudad a pie.
Alex se echa a reír por la actitud mandona, sin embargo sabe que también lo utiliza de pretexto por si halla a Edward u otro Cullen merodeando entre los mundanos.
El día posterior al cumpleaños, luego de almorzar con su familia, es acogida por su familia política, los Cullen, quienes sorprenden con una fiesta horas más tarde. A la chica aquello le provoca una sensación agridulce, pues conmociona el hecho de que se tomaran tantas molestias por su persona y, por el contrario, le desagrada el hecho de envejecer si bien su alma gemela es un ser inmortal.
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Historia Lobuna | Embry Call → REESCRIBIENDO
FanfictionSimplemente es una historia de amor; de esas que te roban el aliento y las fuerzas... De esas historias en las que te sientes desfallecer por un amor que, aunque imperfecto, es etéreo y bello. Sumérgete en estas letras y acompáñame en el Fanfic del...