Capítulo 25

799 64 2
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  El intruso se ha llevado una camiseta carmín de Bella Swan y ha sembrado, a su vez, el pánico en la manada de lobos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  El intruso se ha llevado una camiseta carmín de Bella Swan y ha sembrado, a su vez, el pánico en la manada de lobos. Embry ha llegado de Forks histérico e incapaz de articular palabra, Quil explica a sus hermanos lo sucedido en casa de la impronta. La mirada de Sam Uley se oscurece mientras la fija en el cachorro que desde su posición apesta a ansiedad. Al chico le ha supuesto un sobresfuerzo soltar a Alexandra, tenerla acurrucada en su pecho mermó el terror que lo atizó al oírla llorar. Su marcha crea una verdadera oquedad en su corazón, un vacío que lo cala hondo e irremediablemente.

   Cada paso que ofrecía distancia entre los destinados infería un dolor descomunal, siendo Embry el más afectado.

    El alfa dictamina así que velarán por la seguridad de la familia Swan, confiriéndole apoyo a los Cullen, quienes también proponen hacer guardias en horarios partidos con tal de que la zona esté cubierta siempre de un sobrenatural.

    Ambas hermanas, amantes de enemigos connaturales, advierten en las dificultades que surgen con dicha alianza. Paul es el que más se resiste a colaborar, sin embargo, su labor de protector como el cariño que le ha tomado a la menor son suficientes para tolerar la situación (si con tolerar obviamos la parte en la que muestra sus fauces a los chupasangre y gruñe bravo).

   Alexandra se habría opuesto, pero está tan asustada que reconoce que ese sacrificio redunda de una extrema preocupación por parte de los seres. Incluso al jefe de policía lo ronda el terrible peligro de morir a manos de Victoria y ese monstruo, que tiene en el punto de mira al par de hijas. Todavía la persigue la sádica frase cuando ocluye los ojos y la oscuridad la abraza como una vieja amiga. Nunca le ha dado tanto miedo la oscuridad como esa noche. Nunca ha creído que las pesadillas se sintieran reales.

   Nunca antes repara que conocer la verdad la dañaría sobremanera.

   Sin embargo, ahí está Embry para hacerle olvidar. Aunque lo consiga unos míseros y escuetos minutos, la chica goza las caricias del lobo mientras la envuelve con su calor, su encanto, sus besos… Cae rendida como aquella que la consume una enfermedad. Porque así es como se siente: enferma. Enferma de un amor que advierte incurable. Son los brazos de Embry la mejor medicina para calmar el dolor de un corazón adolorido, afligido.

Historia Lobuna | Embry Call → REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora