Charlie Swan ha pasado los siguientes tres días preocupado y enfermo por su hija mayor, que ha desaparecido dejando una absurda nota de despedida. Alexandra finge no saber nada acerca de sus vaivenes inesperados que acontecen en la vida de una chica enamorada de un vampiro cuyo propósito es exponerse al mundo y que la realeza vampírica culmine con la agonía de un monstruo. Un monstruo al que lo carcomen los arraigados sentimientos humanos; frágiles y etéreos. Así se siente estando con ella, un simple chico que planea pasar el resto de su inmortalidad a su lado; amándola, respetándola y cuidándola hasta expirar en un derrotado suspiro. Bajo ninguna circunstancia tiene la intención de convertirla, porque no quiere arruinar el alma tan pura que encarna Bella Swan.
Sin embargo, la realidad lo abofetea sin piedad por la caída. La situación requiere que la chica, en algún momento, deje de existir como humana ordinaria. Ella saca tajada del asunto, pues siempre anheló ser un vampiro tras descubrirlo, tras la cruda aceptación de que se había flechado en un sobrenatural. Y la única forma de permanecer unidos es sacrificarse a las dentelladas del Cullen.
Cuando Isabella Swan llama a la puerta de casa, Alexandra pega en su pecho un manotazo molesta por haberles hecho sufrir tontamente para culminar en un abrazo que la deja sin aliento. Charlie procede a la misma dinámica a excepción del golpe, la sostiene como aquél padre primero al cargar por primera vez a su hija; el batiburrillo de emociones contradictorias lo corroen. Está feliz de su regreso, enfadado por su escapada, aliviado porque esté bien… En síntesis, el varón aprieta la anatomía de Bella mientras en su mente interna el miedo más grande: perderla. Perderla por tercera vez.
Esa taciturna noche, Alex está tumbada en su cama leyendo un thriller inverosímil que compete a una pareja de ancianos caníbales cuando el sonido de unas piedras impactando en su ventana la devuelven a la tierra. Embry Call advierte en un gesto que va a subir y en ágiles saltos traspasa el marco con una radiante sonrisa. Le da la bienvenida para sentarse de nuevo sobre la colcha, pero el lobo, descontento, se lanza en picado a sus labios. “Así ha de recibirme” piensa él delineando el borde de sus curvas.
Embry cede encima de la chica ahora acostada, un brazo enmarca su rostro y una mano se aferra a la suya. Entrelazan los dedos aún jugando con sus bocas, percibiendo cómo la pasión se abre paso entre sus cuerpos ardientes e impulsivos. Embry desciende los besos a su cuello, donde parece entretenerse mordisqueando y lamiendo su piel; restriega la punta de la nariz e inspira hondo. El lobo se siente desfallecer sabiendo que Alex expide su olor; aunque sutil le basta (por el momento).
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Historia Lobuna | Embry Call → REESCRIBIENDO
FanfictionSimplemente es una historia de amor; de esas que te roban el aliento y las fuerzas... De esas historias en las que te sientes desfallecer por un amor que, aunque imperfecto, es etéreo y bello. Sumérgete en estas letras y acompáñame en el Fanfic del...