♡Décadas De Amor♡

CAPITULO 10

Seokjin, 24 años

—Ohh —Becca arrulla, mirando por encima de la cuna blanca de madera—. Es perfecta. Dale las gracias a tu madre de mi parte, Riley.

El adolescente se sonroja, asintiendo rápidamente con la cabeza a Becca. Conozco la sensación. Incluso embarazada de ocho meses, parece radiante. Tal vez incluso más porque está embarazada de ocho meses. Y cuando dirige esa sonrisa de megavatios hacia ti, es fácil sentirse como un millón de dólares.

—Lo haré, Sra. Moore. 

Aunque estaba contenta de sacarlo de la casa. Riley y yo bajamos la cuna de la caja de mi camioneta, y él me ayuda a llevarla al interior de la casa. La colocamos en el cuarto de los niños y, cuando la adolescente se va, me alejo para admirar la estética.

Realmente tiene un aspecto perfecto. La pintura blanca va bien con el tema de las margaritas que decidió Becca.

Cuando le pregunté qué pasaría si el bebé fuera un niño, me dirigió una mirada severa y preguntó:

—¿Y qué tiene de malo que a los niños les gusten las margaritas? — Tenía razón, y me sentí legítimamente avergonzado. Me hizo preguntarme qué habría pensado Jungkook si me hubiera oído decir algo así. Siempre estaba hablando de las normas de género.

Pensar en Jungkook me hace sonreír, aunque, hoy en día, es una sonrisa un poco triste. Echo de menos a mi amigo. Han pasado dos años desde la última vez que lo vi en la boda.

—Tiene buena pinta, ¿verdad? —pregunta Becca, acercándose a mí y apretando mi brazo.

—Seguro que sí. Lo has hecho bien.

—Los dos lo hicimos —corrige ella—. ¿Vienes a dar un paseo conmigo?

—De acuerdo —acepto con un movimiento de cabeza.

Sigo a Becca hasta la terraza y bajo al patio. Mantengo la hierba corta aquí, detrás de la casa. De lo contrario, crecería enjuto y salvaje como lo hace en las partes no mantenidas de nuestra propiedad. El patio en sí es un rectángulo de buen tamaño que está encajonado en dos lados por vallas de pastos. Tenemos tres grandes pastos en total para los caballos que se alojan aquí, así como un prado que utilizo para entrenar y el gran granero rojo donde los caballos se acuestan. Y luego está nuestra casa.

La casa es el orgullo de Becca. Participó mucho en el diseño cuando se estaba construyendo, decidiendo el plano, los colores de la pintura, no es de extrañar que eligiera el amarillo con persianas y ventanas blancas, y decoró la mayor parte del interior ella misma, eligiendo cosas en ventas inmobiliarias y juntándolas de una manera que resulta a la vez heterogénea y acogedora.

Mientras caminamos tranquilamente por el perímetro del patio, Becca recoge los endrinos de ojos negros y los cardos que crecen a lo largo de la valla, recogiéndolos en un pequeño manojo que luego pondrá en la mesa de la cocina. Ninguno de los dos dice mucho; sólo disfrutamos de la tranquilidad y de los ocasionales sonidos del ganado que se acercan desde el rancho de mi padre.

Esta tarde sólo daremos una vuelta al patio, no sólo porque es la hora más calurosa del día, sino porque, al estar embarazada de ocho meses, Becca se cansa fácilmente. Aun así, se empeña en dar unos cuantos paseos cortos cada día. A estas alturas, caminar para ella es más bien un contoneo, pero nunca se lo diría.

Cuando llegamos al prado sur, Monty se acerca a la valla y me olfatea la mano. Normalmente, estaría en su propio campo personal junto al prado, pero ahora tengo menos caballos alojados aquí en preparación para la llegada del bebé. Lo que significa que Monty está teniendo sus propias pequeñas vacaciones. Camina con nosotros lentamente, levantando sus crines en ocasiones, mientras nos abrimos paso a lo largo de la línea de la valla. Estar cerca de Monty siempre me recuerda a mi amigo. El mejor caballo. El mejor amigo. Me hace preguntarme si Monty también echa de menos a Jungkook.