07. Acuerdo

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Cuando despertó una fuerte punzada en la cabeza le recordó casi instantáneamente lo que había sucedido horas atrás, el dolor era casi insoportable, le zumbaban los oídos, no podía mover las piernas y parecía que alguien había bailado sobre sus costillas. Poco a poco fue recobrando la conciencia hasta estar completamente lúcida.

Cuando miró a su alrededor comprobó que no estaba en su casa, tampoco estaba atada a una silla en un bar de mala muerte, era una lujosa y espaciosa habitación de hotel. Sus manos estaban vendadas, un vendaje algo extraño y mal hecho y su ropa había sido removida, solo vestía una delgada y suave bata de cama. Continuó recorriendo el lugar con la mirada hasta darse cuenta de que no estaba sola.

- Al fin vuelves al mundo de los vivos caramelo. Estaba comenzando a preocuparme...- quiso reprochar su presencia y su comentario para nada apropiado, pero recordó que fue Pansy quien salvó su vida, así que decidió guardar silencio.- ¿Te duele? - estaba colocando una gaza sobre su rodilla. Movió varias veces la cabeza para indicarle que no - Eres realmente fuerte... Esos idiotas eran unos patéticos intentos de alfa, pero aún así... Tienen mucha fuerza. Tendrás que ver a un médico, yo solo curé las heridas externas, debes comprobar si no hay más daño...

Ginny sentía que estaba alucinando, ¿Acaso aquella persona empática y civilizada era la misma alfa que conocía? Se quedó observando en silencio como Pansy curaba sus heridas, de forma torpe y desprolija, pero con mucho cuidado y delicadeza. No podía creer que fuera la misma mujer que había sostenido a la señora Norris por el cuello, la misma que siempre estaba soltando comentarios agresivos e hirientes.

- Se que soy en extremo sexy, pero deja de mirarme ¿Quieres? Harás que salte sobre ti- terminó de colocar la venda y se volteó para mirarla a los ojos- Me estoy conteniendo- sus ojos bajaron hasta el escote de la bata - Bastante.

Rápidamente Ginny cerró la bata con sus manos y le dedicó una mirada de completa desaprobación, mezclada con vergüenza y timidez. Ahí estaba, esa era la mujer que conocía, descarada, sin vergüenza y en extremo coqueta.

- Solo bromeo, no atacaría a una mujer herida, no soy una salvaje...- se quedó observando los enormes ojos brillosos de la beta- A menos que tu quieras...
- Eres incorregible... - estaba por levantarse cuando su rostro fue alcanzado por una mano que se posó en su mejilla, era suave y fría, extremadamente fría. No pudo evitar que se erizara su piel y mirarla a los ojos, pero algo no estaba bien, no era la mirada se siempre, la mirada lujuriosa y osada, en su lugar solo había vacío, un profundo y peligroso vacío.
- ¿No quieres?- su voz sonaba grave y quedada .
- ¿Q-que?
- Hablo de darme una oportunidad...- escondió detrás de su oreja el mechón pelirrojo que caía sobre su rostro- Dame una oportunidad.
-...
- No pienso dejarte ir...- se acercó tanto que Ginny temía que escuchara los latidos desembocados de su corazón.- Será mejor que aceptes- tomó una de sus manos vendadas y se la llevó a los labios, al rozarla su labial rojo manchó en la tela blanca- No soy una persona paciente.
- Eso... ¿Es una amenaza?- era demasiado peligroso seguirle el juego, ella lo sabía muy bien, pero era algo casi imposible de evitar. Pansy era una cazadora profesional, hipnotizar a sus presas era una de sus mejores habilidades. Ginny no quería dejarla ganar tan fácilmente, pero ese juego con fuego era demasiado para ella, Pansy era demasiado. Quizá era una masoquista después de todo y disfrutara de ser quemada por el fuego.
- No me gustan las amenazas...- soltó su mano y tomó con delicadeza su mentón para alzarlo y hacer que sus miradas se entrelacen - ¿Sabes porqué?
- ...
- Porque rara vez se cumplen.

El choque de sus bocas fue algo inevitable o al menos eso quiso pensar Ginny, que se dejaba arrastrar a ese beso como si fuera algo que debía suceder y nada ni nadie en el mundo era capas de evitarlo, ni siquiera ella misma.

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