09| Reunión de sombras

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Me informaron que habían libélulas a la vista cerca de medianoche, me puse una camisa y botas ya que siempre dormía con pantalones por si acaso tenía que salir durante la noche como era el caso. Casi olvidé tomar unas bolsitas con monedas, pero las enganché en el bolsillo de mi pantalón.

Me guiaron a la torre del palacio y allí habían tres libélulas, la que se había llevado el mensajero y otras dos. Él no había vuelto solo y no solo había venido Veneno. Estaban todas.

—¡Zahiredd!— exclamó Susurros y corrió a abrazarme.

La rodeé con mis brazos y le susurré algo que la hizo reír.

—No le haces honor a tu nombre.

—Qué me digan cabra entonces.

Veneno también me abrazó, aún me sentía mal porque perdió sus alas y habían cicatrices nuevas en su cuerpo y dos en su cara, una en su mejilla y otra fina que dividía su ojo en dos, pero estos estaban sanos, los dos de un amarillo perfecto. Al igual que su sonrisa, siempre perfecta y sincera.

—Te extrañé, Gingsred.

—Yo a ti.

Violencia no me abrazó, me dio un golpe en el hombro y eso fue todo, aunque con verla me bastaba. Su cabello había crecido un poco, pero se veía igual a la última vez.

—¿A quién tenemos que matar?

—Eso lo hablaremos después— dije y soltó una risita.

—Ahora me agradas más.

Lechuza se acercó y me extendió la mano, después de todo a ella no la conocía en persona.

—Espero que nos llevemos bien, Zahiredd.

—Un gusto conocerte, Lechuza.

Ella era rubia y llevaba el cabello en un moño fino, sus cejas eran finas y oscuras; también tenía una cicatriz como la de Veneno, pero esta parecía de una herida más profunda porque sí dañó su ojo ya que era blanco y no verde como el otro.

La última en acercarse fue Iris, mi Murciélago, ella sí que estaba diferente. Su cabello largo parecía estar en unas tiras gruesas, creo que tenía un nombre pero no lo recordaba, en algunas de esas tiras estaban enroscadas cadenillas de oro; tenía un delineado dorado que se veía muy bien en su piel oscura, además resaltaban sus ojos cafés.

—Hola— dije para no crear un momento incómodo, pero lo creé al hablar, así que extendí mi mano.

—No seas tonto— aceptó mi mano pero me atrajo en un abrazo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero Veneno carraspeó la garganta y nos separamos.

—Tenemos muchas cosas para hablar y el chico sigue aquí— señaló Violencia.

Me había olvidado del mensajero, que estaba cabizbajo ya que no podía levantar la cabeza en presencia de un rey sin permiso.

—Mercial, acércate.

Lo hizo, pero me miró con los ojos como platos, entendía su sorpresa ya que probablemente nunca escuchó su nombre de alguien como yo porque solo era un criado, pero para mí los nombres siempre serían importantes. Además lo investigué muy bien antes de confiarle algo tan importante. Tenía dos hermanos pequeños y una hermana mayor que trabajaba en una casa de placer. Cuando Licomory le dijo que el rey requería sus servicios como mensajero aceptó de inmediato.

Saqué la bolsita de monedas y se la di.

—Esto es por tus servicios y tu silencio, nadie puede saber que ellas están aquí.

El retorno del Rey [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora