12| La reina consorte

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Todo estaba peor en el palacio de Quirrot, Herderis no recibía a la gente, se la pasaba borracho siempre y Daract estaba sentada en el trono haciéndose cargo del reino junto al consejo porque la mano derecha del rey seguía desaparecido. Pero no solo eso. La mujer fue en carruaje hasta la plaza del reino, mientras los voceros reales anunciaban que esperaba un hijo del rey; y en la plaza se autoproclamó reina consorte.

Podía decir que la mitad del pueblo la alabó y la otra parte gritaba mi nombre. Lechuza en persona estuvo cuando eso pasó y me aseguró que los que la apoyaban, parecían ser influyentes.

Tenía que actuar rápido, antes de que todo el pueblo se fuera de mi lado.

—Majestad— saludó Lechuza—, ¿me mandó llamar?

—Quiero que busques y encuentres a Leryon, la mano derecha de Herderis. Pídeme lo que necesites para encontrarlo en menos tiempo.

—A Violencia.

—Pues salgan cuando quieran.

Se inclinó levemente y se dio la vuelta, pero la detuve a medio camino.

—Por favor, tengan cuidado.

—Lo tendremos, Zahiredd.

Cuando salió, Hurricane entró, ella seguía siendo mi Veneno, solo que parecía más segura, le sentaba bien el título, no solo era el color violeta que siempre llevaba.

—Está en la fuente, dice que tiene algo importante para informarle.

—¿Puede esperar?

—No, es sobre la diosa.

Me puse de pie rápidamente y salí a buscar a Laya.

●○●

Le indiqué a los guardias que se quedaran atrás y avancé a la fuente yo solo, Laya estaba sentada en la orilla con los pies descalzos en el agua fría y el final de su vestido blanco estaba mojado, su cabello negro tocaba el suelo y me sorprendió ver su largo porque siempre lo llevaba sujeto con varias tiras de cuero.

—Son malas noticias, ¿verdad?— me senté a su lado pero en la otra dirección, no tenía ganas de mojarme con el agua.

—La diosa no está— soltó de golpe sin apartar sus ojos vacíos del horizonte.

¿Acaso era eso posible?

—Quizás sea por la luna nueva.

—No, Zahiredd, Lunaris desapareció de Arys.

Arys, el reino de los dioses, donde nadie puede ir, pero todos saben de él, últimamente se decía que Solaris estaba encarcelado a todos los dioses.

—¿Ella está...?

—Lunaris sigue con vida, pero no sé dónde— aunque sus ojos estaban vacíos, podía ver el miedo en ellos—. No puedo comunicarme con ella, me comuniqué con otros brujos y la mayoría ha perdido el contacto con sus dioses.

—Esto es grave, no podemos quedarnos sin la protección de los dioses porque Solaris quemaría todo— empezando por mí, pero decidí no decir eso—. No puedo perder a Lunaris, sin ella luchando contra Solaris no voy a vencer a la serpiente.

—Si ella te vence a ti, habrás ganado de igual manera— me miró a los ojos y creo que supo mi decisión antes de hablar—. Oh, ¿qué te hizo cambiar de parecer?

Todo.

—Antes estaba dispuesto a morir porque no le veía sentido a mi vida, solo quería que el pueblo fuera libre y descansar para siempre.

—¿Y ahora?

Quería lo mismo pero con un final diferente.

—Estoy dispuesto a luchar contra Sidrajes, ganarle y vivir para contarlo.

El retorno del Rey [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora