Capítulo 3

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Jasha entró a la que sería su oficina y ni siquiera pudo llegar a su escritorio. Terminó sentada en la alfombra mientras su corazón latía a mil por hora. Ni sabía de dónde sacó la fuerza para no caerle encima a Kadir. Las cosas en parte como quería, porque todo su discurso se le fue de la mente. Consideró en ese momento que tenían razón,

— ¿Se puede saber qué demonios estás haciendo? —preguntó Laisha entrando a su oficina con unos documentos—. ¿Ya te vas a morir? ¿Pusiste todo a mi nombre?

— Supongo que si me voy a morir —se llevó una mano al pecho, girándose un poco para ver a su prima—. Hoy, cometí la cosa más fea de todas.

— ¿Eh? —Laisha cerró la puerta con seguro—. ¿De qué estás hablando?

— Ahora entiendo por qué razón los Richter son unos idiotas —se levantó del piso—. Lo vi, está más guapo y parece un viejo sabroso.

— ¿Tanto como Kiral? —se burló su prima—. Ese sí parece un Sugar Daddy de novelas.

— La tía Nina nos mata y luego Hope —las dos rieron—. Kadir está buscando lo que le pedí, me temo que mi primer día de trabajo es una porquería. La empresa tiene un déficit en algunas áreas.

— Sí, venía a decirte eso —Laisha apuntó hacia el escritorio—. Me temo que esto ha pasado desde principio de año. No sé si los abogados lo dejaron pasar, pero yo no.

— ¿Les dijiste a nuestros abuelos? ¿A mis padres? —tomó los documentos, y fue hacia su asiento, antes de comenzar a leerlos—. Vaya... —leyó los nombres de los sospechosos y encargados de esas áreas—. No le digas nada a mi padre, mucho menos a mi madre. Necesitamos tener las pruebas necesarias del robo. Esto no nos ayuda mucho.

— Entiendo —su prima tomó asiento delante de ella—. Actualmente, están pasando una que otra cosa, pero con los cambios que haré, será perfecto.

— Estuve pensando en que es bueno colocar a dos personas en la recepción en cada piso, en cambio, en el primer piso que sean tres —pasó la página, leyendo aún más sobre el desvío de dinero—. La economía, el tiempo, el dinero, entre otras cosas, cambian todos los días. La espera ya no es una opción, y se necesita que se use al área del segundo piso como una guardería.

— ¿Estás embarazada? —indagó Laisha, llevándose ambas manos a la boca—. ¿Todo bien...?

— No estoy embarazada —se tensó ante la pregunta de su prima—. Solo estuve leyendo la cantidad de padres solteros que hay en la empresa. Es mucho lo que deben gastar —entrelazó sus dedos sobre el escritorio—. Aunque, es mejor comprarse el edificio que está a unas esquinas de aquí, demolerlo y construir la guardería.

— Es mejor el terreno —Laisha anotó todo en una libreta—. Tienes que contratar a una secretaria, aunque Kadir quizás ya hizo eso.

— Iré a recursos humanos y pediré que la incompetente de la recepcionista sea mi secretaria —encendió el computador—. Le daré esta oportunidad.

— No me digas... la quieres despedir.

— Tal vez...

Laisha la puso al corriente del asunto legal de la empresa, todo iba bien por el momento, así que ellos no tenían de qué preocuparse mucho y a decir verdad, agradeció enormemente el hecho de que, al menos, podían darse el lujo de continuar como estaban. En el pasado, ninguna de las dos soportaban verse la cara. No obstante, con el paso del tiempo aprendieron a llevarse bien, a no estar peleándose por la herencia de sus abuelos, puesto que la prensa siempre estaba sobre ellos por cualquier cosa.

Revisó el correo, había una propuesta para construir un residencial nuevo en un terreno, por lo que de inmediato pidió que subieran a esa chica de la recepción para hablar con ella. Necesitaba una secretaria, y si ella no estaba calificada, sería una excusa perfecta para despedirla de una vez por todas.

Esposo compradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora