Capítulo 36

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Era un día tan grandioso como el dolor que sentía en su cuerpo por todas las horas de sexo que estaba teniendo con Kadir. Era muy placentero, pero el postsexo era lo peor que había experimentado en toda su jodida vida.

— Esto es lo mejor que nos ha pasado —Jasha comió un poco de su dulce de coco—. Me siento como una mafiosa. Es más, como la hija perdida del Kiral.

— Pero eres la hija perdida del abuelo Volkan —se burló Laisha, comiendo un poco de dulce también—. Nuestros abuelos se sentirían orgullosos de vernos en esto.

— Ni que lo dudes —abrió el vaso de café—. Ya quiero verle la cara que pondrá ese sujeto cuando le diga que mi esposo es Kadir Davies, el hijo que dejó fuera de su vida solo porque le gustaba la jardinería.

— Ahora es el vicepresidente del imperio arquitectónico de los Richter en UTAH —Su prima miró todo a su alrededor—. Muchas personas vendrán para ver al hombre...

— Lo harán, pero estoy esperando a alguien —sonrió cuando vio a sus invitados llegar.

La madre de Kadir, junto con Manu y sus hijos, llegaron en una camioneta blindada hasta en las ruedas, literalmente hablando. La mujer se veía hermosa, tanto que no se veían los años que tenía y el esposo que se cargaba era muy sexi también, porque hasta el nombre lo era.

Se dio unas cachetadas mentales por mirar a otro hombre, pero le era difícil.

— ¿Sabes quién es el hombre que está ahí? —cuestionó Kinian, su primo—. El que llegó con esa mujer.

— Es el esposo de Gabriela, la madre de Kadir —Jasha frunció el ceño, sin entender el interés de su primo en ese sujeto—. ¿Qué sucede?

— Lo conozco bien —Kinian le quitó un poco de dulce de coco—. Fue mi guardaespaldas cuando era niño. Digamos que pensé que estaba muerto...

— Tu guardaespaldas dices... —Jasha quiso reírse por eso—. Y él anda diciendo que la conoció en la iglesia. Esto se pone cada vez más sabroso de lo que imaginé.

— Te sorprenderías mucho cómo lo conoció en realidad. Porque pensé que estaba bien muerto.

Jasha asintió hacia él, ya se le hacía raro que una mujer que se alejara de la iglesia cuando le dieron la espalda, estuviera diciendo que regresó así de rápido. Kadir quizás no lo sabía, solo la versión que le dieron en su momento.

— Buenas tardes... —comenzó a decir Manu, pero detuvo su hablar cuando fijó la vista en su primo—... señor...

— Vaya, pensé que esa bala había acabado con tu vida hace más de veinte años —extendió su mano hacia el hombre—... es bueno saber que dejaste la mala vida.

— Bueno eso...

— ¿Pasó algo, papá? ¿De dónde lo conoces? —preguntó Daniel, el hermano de Kadir—. ¿De dónde se conocen?

— En la iglesia.

Jasha y Laisha tuvieron que darse la vuelta para no reírse por la idiotez que acababa de decir su primo. Kinian era unos pocos años menor que sus padres, así que lo molestaban diciéndole primo, tío, entre otros nombres. Se echó aire con la mano, sonriendo de manera serena hasta llegar otra vez con las personas de su entorno.

— Gabriela —llamó a la madre de Kadir, y le hizo una seña para que se alejara un poco—. Ya sabemos que no conoció a su esposo en la iglesia. Vaya...

— ¿Se lo dirás a hijo? —Gabriela comenzó a jugar con sus dedos—. Solo le salvé la vida...

— Tenía mis sospechas acerca de eso, pero no lo dije por respeto a usted o Kadir —se detuvieron—. Manu tiene el cuerpo de un sujeto que hacía trabajo duro.

Esposo compradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora