Capítulo 41

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Las lágrimas bajaban sin control alguno de sus ojos cuando recordó las palabras que le dijo Jax acerca de Kadir. Para esas horas, en verdad debía estar muerto o quizás su familia estaba haciéndole un entierro inminente. Tenía un día encerrada en esa casa, sin ni siquiera poder tener ropa decente, únicamente la ropa interior que apestaba al igual que ella.

Un día en el cual Jax mantenía distancia y ella solo quería destruir esas drogas que él tenía en la mesita para usarla en cualquier momento. Se preguntó si Yara estaba bien, si comía o algo parecido. Su madre era otro tema que la tenía al límite. Si sabía de su desaparición, sus cuerdas vocales sufrirían el enorme problema de sufrir una inflamación por su culpa, nuevamente.

— Tienes que comer y darte un baño —Jax entró a la habitación con unas bolsas de comida—. Apestas a de todo.

— ¿A dónde estuviste? —ella se sentó en la cama, a pesar de estar esposada—. Quiero bañarme antes.

— Las cosas se hacen en el orden que las digo —dejó las bolsas en la otra mesita—. Solo fui a comprobar que habían hecho bien su trabajo al sacar de mi camino a cierta persona —él se encogió de hombros, y luego se acercó a ella—. Si supieras la cantidad de personas que están en contra de tu familia...

— Por favor, por favor...

— Come y cuando te vayas a bañar, te harás las pruebas de embarazo —apuntó a la bolsa de la farmacia—. No tiene veneno.

Jasha apretó los labios al escucharlo hablar de ese modo. Si estaba embarazada, posiblemente podía usar a su bebé para despistarlo en lo que quisiera, ya que lo usaría como escudo. Al menos recordaba que tipo de comida le gustaba comer a menudo, la olió bien antes de probar bocado como si su vida dependiera de eso.

Solo que Jax comenzó a darle caricias en sus piernas desnudas, algo que la puso aún más incómoda que antes.

— Lo que me dijiste acerca del embarazo me dejó pensativo —Jax estaba muy cómodo hablando—. Supongo que te dejaré tener al bebé. Ya sabes, ahora que estás conmigo, no veo nada de malo en que tengas a ese bastardo...

— Mi hijo no es un bastardo —ella golpeó su mano, tratando de quitárselo de encima—. No me toques. Pudiste irte con tu padre cuando tuviste la oportunidad, ¿quién te hace pensar que ahora podrás salir del país?

— Nadie me hace pensar en nada, porque ambos sabemos que de la única manera en la cual salgas sin mí de esta casa es muerta y es una posibilidad remota —Jax le agarró la mano, y se apretó tanto que ella gimoteó—. He sabido que las mujeres embarazadas son más sensibles, pero contigo no veo ningún cambio de humor.

— No es de tu incumbencia —sollozó, cuando el dolor en su muñeca se hizo más presente—. Déjame ir, no quiero estar contigo... no le diré a mi familia...

— ¡Que no! —Jax le volteó el rostro de un solo golpe que si no hubiese sido porque estaba esposada a la cama, se cae—. ¡Mira lo que me haces hacer! —la agarró del cabello—. Por algo cambié las cuerdas por las esposas, sabía que ibas a buscar la manera de escapar.

— No lo hagas —lloró—. Solo...

— Vamos a darte un baño, porque te pondré una cadena que esté atada a mí —Jax sacó la llave de su bolsillo, y le quitó las esposas—. ¿Quieres que te bañe?

— No.

Jax la empujó hasta el baño, el cual estaba limpio. Supuso que él había contratado a alguien para mantener la casa limpia y conocía a muchas personas en la mafia que eran como una tumba andante para no dejar salir más de dos palabras.

Jax abrió las llaves de paso de la ducha y ella vio cómo su rostro estaba hinchado y en su frente se encontraba la herida con sangre seca. Su labio comenzó a temblar al verse de ese modo, no sabía si era el miedo que tenía de ese modo o el inicio de su supuesto embarazo.

Esposo compradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora