VIII

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La cena transcurrió tranquila, hablaba con todos, sobre todo con Fran, el y yo teníamos conversaciones separadas a los chicos. Nos reíamos cada vez que veíamos a mi hermano mirarnos con enojo.

Me distraje ya que vibró mi teléfono indicando una notificación. Mi cara cambió al instante, mi respiración se cortó y mis manos comenzaron a temblar. Volví a observar mi teléfono para comprobar que si era el, lo era, me había escrito, estaba en España, me estaba buscando.

Elevé mi mirada hasta mi hermano quien me veía confundido, le hice una seña con los ojos y los dos salimos disparados hacia fuera. Allí comencé a hiperventilar y las lagrimas se acumulaban en mis ojos, Matías sin entender nada agarró mi móvil y vio la notificación.

--Mierda... Que putas hace acá, ¿Esta tan loco de seguirte hasta otro país? --Apagó mi celular enfadado y solo me abrazó--

Hace dos años

Refugiada en el salón, esperaba a que Guido, mi pareja, llegara. El solía salir, a embriagarse con sus amigos, cada noche, cada semana. Llevamos un año de relación, el tiene veintitres y yo dieciocho, me vine a pasar el fin de semana a su casa, pero me sentía sola, el llegaba a las tantas de la madrugada, no me hablaba y luego se dormia hasta por la tarde, para después volver a salir.

Ya me cansé, ya estaba harta de soportar eso y decidí encararlo esta noche. Tenia mal presentimiento, Guido no es un hombre pacifico, suele ser agresivo, pero nunca me puso una mano encima y ponia la mano en el fuego porque no lo haria, o eso pensaba.

La realidad me dio una bofetada cuando escuché la puerta de la casa abrirse y a pasos torpes el se iba aproximando hacia el salón, enchinó los ojos tratando de reconocerme y cuando lo hizo soltó una carcajada.

--¿Que haces despierta?

--Tengo que hablar con vos Guido --Me crucé de brazos y el volvió a reir--

--No sos mi madre no tengo nada que hablar con vos ahora, me voy a dormir --Comenzó a subir las escaleras--

--Guido esto se tiene que acabar --Dejó de andar y me observó-- Estoy harta de que salgas siempre y no me hagas caso, de que no me respetes ¿Acaso pensás que soy estupida? Se perfectamente que te garchas a la mesera del bar donde vas --Grité--

Sentí un escalofrio al ver como se aproximaba furioso, el no me haria nada ¿Verdad?

--¡Quien te crees vos para llamarme infiel!

Y ahí, la realidad no me dio una bofetada, me la dio el, y no fue solo un golpe, fue una paliza entera. Mi labio sangraba, mi ojo estaba morado, y mi retina desprendida causando que se volviera de color rojo.

Ese dia no fue el unico que sucedió, ahora buscaba cualquier excusa para agarrarme a puñetazos, cada vez tenia menos excusas para decirle a mi familia sobre los moratones y las heridas, hasta que un dia mi hermano me salvó.

Estaba inconsciente en medio de la sala de casa de Guido después de una golpiza, mientras el, sin preocuparse de nada, esperando que despertara por mi misma, se preparaba un mate. El ruido del timbre de la puerta lo alarmó, se acercó y preguntó.

--¿Quien es? --Habló con temor en su voz--

--Matías, vengo a traerle a Lu unas cosas que me pidió.

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y salió de allí corriendo, llevandose por delante a Matías, arrojandolo al suelo.

--¡Que te pasa gil! -Gritó y se adentró en la casa--

𝓣𝓻𝓾𝓮 𝓛𝓸𝓿𝓮- 𝓔𝓷𝔃𝓸 𝓥𝓸𝓰𝓻𝓲𝓷𝓬𝓲𝓬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora