XXIII

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Apenas eran las seis de la mañana, mi respiración era casi inaudible a la par que los latidos de mi corazón. Mi cuerpo estaba helado, no por el frío, sino por las imágenes que mis ojos habían presenciado horas atrás. Habitación... Enzo... Matías.... Ambulancia... Solo de recordarlo hacía que mi cuerpo temblase sin límites.

Kuku y Fran dormían a mi lado, escuchaba sus respiraciones de vez en cuando, aunque mi cabeza estaba completamente en otra parte. Ellos consiguieron dormirse después de que un médico revisara mi nariz rota y la policía nos hiciera preguntas sobre lo sucedido.

Delatar a mi propio hermano no fue nada duro, él ya no era esa persona que había tenido a mi lado toda mi vida, con la que iba a jugar a la calle por las mañanas, quien me enseñó a hacer fotografías, quien me guió hasta estar donde estoy. El ya no era Mati, era un completo desconocido.

No dormí en toda la noche, y eso que me dieron varios somníferos para poder descansar y no sentir dolor en la nariz y evitar conmociones. Pero el único dolor que tenía presente era el de mi corazón, el dolor que sentí al ver a Enzo en ese estado, al ver al hombre que amo siendo golpeado por otro hombre que solía llamar hermano, ese era por desgracia el único dolor que sentía en esos momentos. Las lágrimas no dejaron de caer en ningún momento, siendo totalmente involuntarias, Esteban me consoló hasta que el sueño le gano, no le culpo, yo también debería dormir, pero no lo haría hasta que viera bien a Enzo.

El sonido de unos toques leves a la puerta hizo que dejara el trance en el que me encontraba, observando a la pared, sumida en mis pensamientos. Me levanté muy despacio para no sufrir mareos y abrí ligeramente la puerta, encontrándome a Bayona.

—Hola pequeña —Me sonrió con nostalgia, yo le intenté devolver la sonrisa, pero mi cuerpo no era capaz— ¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? —Negué lentamente y él asintió— ¿Has dormido? —Asentí esta vez mintiendo descaradamente— Bien, me alegro —Dio un largo suspiro y habló de nuevo— Han llamado del hospital —Mis ojos se abrieron como platos y le escuché aún mas atenta— Enzo está bien, solo a sufrido un golpe grave que ya le han tratado —Me sonrió y yo por primera vez en horas, tambien lo hice— Ha preguntado por ti nada más despertar, creo que podrás ir a verle sobre las once de la mañana.

—¿Que hay del trabajo? —Murmuré como pude debido a las almohadillas que llevaba en la nariz—

—Cielo de eso no te preocupes, suspenderemos las grabaciones por dos semanas hasta que todo esté correcto —Yo asentí—

—¿Sabes algo de él? —Me observó confundido— De Matías —Susurré con algo de coraje—

—Si, hace un par de horas me llamaron, está en la comisaría, yo ya fui a ver lo sucedido y estará libre mañana, pero tienen que ficharle y esas cosas ya que ha agredido a alguien —Suspiró pesadamente—

—¿Vos le vas a despedir? —Cuestioné mientras mi mirada se dirige hacia el suelo del pasillo—

Por muy enfadada que estuviera, algo dentro de mí, me hacía sentir culpable ¿Y si todo esto es mi culpa? ¿Y si acababa con su carrera por esto? Jamás me lo perdonaría a mi misma, por mucho daño que me haya hecho sentir.

—No Lu, no te preocupes por eso ahora, tu descansa y estate tranquila, a las diez iran a buscarte Juani y Pipe para que vayas a ver a Enzo —Yo asentí con la mayor sonrisa que pude sacar— Por cierto, felicidades, creo que hacen muy buena pareja —Dijo por último y se despidió de mí con leve beso en la mejilla—

Cerré la puerta despacio y volví a mi tormento, por primera vez desde hace seis horas me había parado a ver el cuarto de Fran y Kuku. Gasas con sangre, pastillas, alcohol para curar heridas, pañuelos con lágrimas por todas partes, a parte de mis pensamientos, esto también era un caos. Muy despacio comencé a recoger todo lo que veía, tenía que mantener mi mente lo más distraída posible, no podía volver a estar como antes.

𝓣𝓻𝓾𝓮 𝓛𝓸𝓿𝓮- 𝓔𝓷𝔃𝓸 𝓥𝓸𝓰𝓻𝓲𝓷𝓬𝓲𝓬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora