Capítulo 17

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Sus ojos azules se abrieron con dolor ante una gran mordida que fue depositada en su nuca

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Sus ojos azules se abrieron con dolor ante una gran mordida que fue depositada en su nuca. Siseó intentando apartarse con brusquedad, odiaba que tocarán ese lugar. Pronto se dió cuenta que era Roier, ambos en la cama y este medio dormido mientras chillaba y hacía ruidos agudos que salían de su garganta. Cellbit suspiró sabiendo de lo que se trataba, Roier ni siquiera hacía el intento de separarse de su nunca.

— No, no, Roier, ahora no. — Intentó apartarse, pero recibió un abrazo para que no hiciera el intento de hacerlo. — Roier-... — Recibió un gruñido por parte de la araña. — Las crian.... los niños, van a despertar. — Murmuró.

Los zarcos de Cellbit se enfocaron en los alrededores de la cama, tenían pequeñas telarañas. El khajiita suspiró para meterle un puñetazo en la cara a la araña para que lo dejara libre, cosa que funciono pero hizo que Roier soltara chillidos bajos llenos de dolor antes que agarrara con fuerza a Cellbit y lo pusiera bajo de él, con el pecho sobre la cama. El khajiita soltó un pequeño grito de sorpresa, miró con horror la cama de los pequeños quienes curiosamente estaban quietos, seguramente dormidos.

— Guapito, calma. — Siseó Cellbit mirando los ojos rojos de su pareja. — Ay no... otra vez no. — Gruño al saber que se trataban de sus instintos.

Como era de esperarse el demonio mordió su hombro justo donde se encontraba su marca. El khajiita tuvo que apretar sus dientes para no soltar ningún grito ruidoso, Roier todavía no había notado las presencias de los pequeños, cosa que era lo mejor. Sus pupilas estaban dilatadas y de su boca salían chillidos pequeños advirtiéndole a su pareja que no se moviera. Cellbit no aguanto ronronear gustoso cuando sintió las lamidas en su cuello y hombro como mimos, seguido de besitos en sus orejas gatunas. Recibió una suave mordida juguetona en una de ellas que hizo que Cellbit siseara bajo, no le terminaba de gustar eso.

Roier volvió a acercarse a su nuca para darle otra mordida, esta vez más fuerte haciendo que el gato se paralizará por unos segundos antes de intentar quitarse de encima al demonio, no pudo evitar gritar de dolor. Consiguió hacer que Roier terminará debajo de él, notando sus pupilas negras y sus colmillos fuera, filosos y atrayentes como siempre, traía un gran sonrojo en sus cachetes y su cabello estaba despeinado.

— Eres lento. — Murmuró ronco la araña. 

— ¿Lento? — Preguntó Cellbit mirando a su pareja. Al parecer seguía consciente.

— Eres lento porque literalmente siempre soy el que te da los mimos, pinche chamaco miado. A cambio yo, no recibo nada. — Gruñó Roier.

— ¿Estás a punto de mudar piel otra vez? — Susurró Cellbit con diversión. — Roier, los niños están en sus camas, si você sigueme dando mordidas dolorosas los gritos saldrán. No quiero que nuestros hijos se levanten, podrías... ehm. —

— ¿Vez? Lento. — Confirmó Roier.

Y Cellbit rió negando con su cabeza antes de comenzar a repartir pequeños besitos por su frente y nariz, seguido de besar lentamente los labios de su pareja quien correspondió gustoso enroscando sus brazos en su cuello. Juguetón empujó al khajiita debajo de él para profundizar el beso, Cellbit solo sonrió sin sorprenderse. Después se quejaba de porque no recibía mimos y el era el primero que no lo dejaba.

-𝐄𝐥 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐚𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐚𝐭ó 𝐚 𝐥𝐚 𝐛𝐞𝐬𝐭𝐢𝐚.-  𝙶𝚞𝚊𝚙𝚘𝚍𝚞𝚘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora