Capítulo 24

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Advertencia: Este capítulo contiene escenas emocionales y melancólicas. Hay una narración sobre conflictos bélicos, que contiene una descripción levemente explícita sobre un acto de tortura. Si este tipo de contenido no es de su agrado, o no se siente preparado para leerlo en este momento, puede interrumpir su lectura cuando aparezca el siguiente símbolo (~) y retomarla cuando vuelva a reaparecer. La lectura es un acto de amor y regocijo, y no es mi intención causar ningún malestar. La historia y personajes son ficción.
Y recuerden que dónde haya un asterisco*, en los comentarios se encuentra la canción de fondo.

Ella, la reina de reyes rompió su jaula. Y tiró las llaves.

Ella será la guerrera de los mares del norte y sur.

Tiene el pelo negro, es oscuro como la noche.

Ojos gélidos, fuera de vista, fuera de vista.

Su corazón, a pesar de lo sufrido es cálido y brillante.

Su sonrisa despierta la aurora boreal.

Alessandra Melé "Queen of Kings"

*

El aire cálido recorrió la tierra desértica llevando su mensaje de calamidad. Los tambores chocaban con estruendo en un sonido tan profundo como el latido de su corazón. Era el sonido de que otro día había acabado, y no tenían respuestas. Caminó con rapidez, esquivándolo a todos y comenzó a subir por la pendiente rocosa, iluminada por las antorchas. Sus líderes vivían en la parte más alta del territorio para poder vigilar y cuidar de su clan como era debido.

Y desde la lejanía que se acortaba más y más, podía ver su silueta. Estaba parado en la entrada de su hogar, observando a su pueblo debajo de él, como un vigilante. Su hombro estaba apoyado contra el pilar y sus brazos cruzados contra su pecho. Las joyas estaban adornando cada extremidad de su cuerpo, desde sus muñecas, a sus brazos, sus talones y muslos, hasta su cuello. Las joyas de oro demostraban la posición de poderío que poseía dentro del clan, y que nadie más tenía derecho de portar. Y de su taparrabos colgaba su cordón musical.

Como si hubiera nacido para gobernar, como una corona desde su nacimiento, su cabello no era negro, sino rubio. De su cabeza brotaba un rio de hebras doradas como si los rayos del sol se hubieran vuelto líquidos alrededor de él, resaltando en su exquisita piel oscura como la noche. Y su melena tan imposible, se extendía por todo su cuerpo hasta caer arremolinada en sus pies. Imposiblemente dorada, e imposiblemente larga, aquel Na'vi macho había sido elegido desde su nacimiento para ser su guía espiritual.

Así fue como Fyraz, el cazador lo encontró. Subió cada peldaño de la escalera rocosa para poder llegar al hogar de los jefes de su clan. Cuando llegó frente a él, el tsahik le dirigió una mirada indiferente sin abandonar su postura, sus brillantes ojos fríos lo recorrieron rápidamente. Era la imagen de la belleza y la letalidad. Era el anhelo y la imposibilidad. Era su respetado tsahik de fuego, hermano de su Olo'eyktan.

Se hincó en una rodilla y se reverenció ante él. El tsahik lanzó un resoplido, mientras levantaba su pie, y lo colocaba delante de su rostro. Era un acto de respeto y sublevación, que debía cumplir si quería una audiencia con él.

Y para Fyraz aquel acto era arder en el fuego mismo. Su mano tomó su delicado pie, que no había sido marcado por la salvaje vida del clan porque era sagrado, y lo llevó a su boca. Su piel olía a hierbas quemadas y ungüentos medicinales, que penetraron en su olfato. Sus labios recorrieron la tibia piel y depositaron dos besos sobre ella.

Te veo, hijo del agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora