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Segundos

Las fiestas son una etapa que pasa demasiado rápido. En algún momento le pedí al universo que detuviera el tiempo, creo que fue la misma noche que la pasé con Hunter. Los días parecían minutos que corrían demasiado veloz en el reloj, los momentos con los chicos se habían multiplicado y de vez en cuando recibía noticias de los demás sobre Milo, estaba bien aunque no hubiera aparecido por la casa, seguía en el departamento de Kate. "Que bien..."

No volví a leer el blog. Sadie se había encargado de mantener bloqueado ese perfil de cualquier sitio. Volvió a repetir todo lo que pensaba mientras lo bloqueaba y silenciaba. Antes pensaba que estaba exagerado, que no era más que un blog, después de unos días empiezo a pensar que tenía razón.

Ya no me pasaba día y noche leyendo lo que podría estar pensando el resto del campus sobre mí, Milo, o cualquiera que esté a mí al rededor.

Esta noche era Noche Vieja y habíamos propuesto repetir la noche de Noche Buena.

Volviendo a la noche de Noche Buena... Sadie y los demás volvieron a las tantas de la mañana, cuando Hunter y yo íbamos por el tercer asalto. Fue una noche agotadora que volvería a repetir sin dudar y, cuando los chicos dijeron de volver al bingo, las miradas con Hunter eran demasiado sugerentes. Los dos habíamos estado escondiéndonos entre las sombras con toqueteos y gemidos ahogados por los besos del otro.

Sinceramente, ya no sé qué me gusta más, si esas cosquillas en el estómago cada vez que hacemos algo al margen de los demás o esos "aquí te pillo, aquí te mato" que empezábamos a hacer.

Nadie de la casa seguía sin enterarse, o eso me gustaría pensar. La única que a veces lanzaba observaciones era Sadie y los demás se reían apartando el tema con rapidez y comentando cualquier idiotez que había salido en la televisión.

El día siguiente a la navidad ocurrió "el momento", como nos gusta llamarlo a Hunter y a mí. Estábamos en la cocina preparando algo de comer cuando los chicos se despertaron después de la noche que salieron. Todos vinieron borrachos, menos Jonah quien condujo y a los pocos minutos de llegar se fue con cariñito. Los demás se tiraron donde les vino bien y se quedaron fritos hasta las cuatro de la tarde que se despertaron con hambre voraz.

—Esto no está pagado —musité viendo que Hunter removía el agua hirviendo con el kilo de macarrones dentro.

Llegaba del salón cuando empezó a quejarse conmigo con el delantal agarrado en su parte trasera. Su pecho estaba desnudo y sus pantalones de baloncesto se los había quitado, así que lo único que se interponía en hacerlo en mitad de la cocina era ese delantal. Y sus bóxers, claro.

—Yo tampoco he dormido, Lena. Y me duele... todo. Joder.

Hace un claro gesto de dolor en la zona baja de la espalda.

—No pensaba que la película fuera a dejarte pesadillas —comenté con una sonrisilla— y dolores confusos.

Abrí uno de los armarios para sacar el tomate frito y algunas especias que echaríamos.

—¿Confusos? Ya, digamos que es por la película y no por el hecho de que follamos hasta que aparecieron por la puerta —me ruboricé de pies a cabeza—. Sí, la película me dejó las piernas cansadas... y con ganas de ahora ponerte encima de la...

—¡Hunter!

Entonces me giré y allí estaba Nick con un vaso de agua en la mano, ojeras oscuras y su pelo rubio totalmente revuelto. Nos inspeccionó a los dos, varias veces arrugando la nariz con los ojos entornados. Bebió agua con toda la tranquilidad del mundo para después decir.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora