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¿Qué es el amor?
Quiso saber el idiota

Un mes más, otro examen, otro partido ganado, otra fiesta, otra chica en mi cama. Una y otra vez. Es un patrón del que estoy cansado. Cada vez que mamá me pone el mensaje de todos los días me muerdo la lengua para no tirarlo al suelo y hacerlo añicos con la rabia que se me acumula en el cuerpo.

La cama sin hacerse desde hace dos meses, la habitación está hecha una mierda con la mochila por un lado, la ropa del equipo cambia de lugar cuando está en la silla y después a la cama y viceversa. Tengo el pelo más largo que de costumbre y toda fuerza que tengo se desgasta en la cancha de baloncesto que es lo mejor que estoy teniendo estos días. Los entrenamientos son mi pasatiempo favorito y el lugar donde últimamente estoy más feliz.

Ayer fue el partido así que ya puedes imaginar como estoy hoy. Hasta los cojones. No por el partido que por cierto ganamos con bastante diferencia, sino porque hay una chica de pelo corto y moreno semidesnuda a mi lado y no sé quién es. Bueno, esta vez, si sé quién es. La he visto en bastantes partidos y es amiga de la novia de Milo. Si, tiene novia. Se llama Kate. Mmh no puedo comentar mucho porque llevan escasas semanas, pero se ve que es buena chica.

Por lo menos cuando se ha despertado no ha hecho lo que la gran mayoría me hace: querer besarme, abrazarme... preguntarme que si esto solo ha sido de una noche... En fin, cosas que no quiero que me vuelvan a decir porque no sé dónde meterme. Esta chica, Eliza, se ha levantado se ha colocado la ropa y ha salido por la puerta con poco interés por mi. Es algo parecido a como me pasó con Grace, pero... esta vez ha sido excesivamente frío.

Mientras se lo he contado a Grace no ha dejado de reírse a cada detalle. Desde que hablé con ella por videollamada para contarle sobre una pelea con unos idiotas en un partido hemos acordados llamarnos todas las semanas para las actualizaciones de la vida.

—Yo al menos te felicité por tu esfuerzo —comenta desde la pantalla con una sonrisa angelical.

—¿Esfuerzo?

—No te preocupes, fue una buena experiencia.

En estos meses Grace se ha cortado un poco el pelo, antes le llegaba por debajo de los hombros y ahora por encima. Es un cambio insignificante que le queda genial. Lleva la típica ropa de andar por casa y sus gafas de pasta de color burdeos indican que no tiene intención de salir. Sino se habría puesto las lentillas.

—Por cierto... —dice en medio de todo una explicación de cómo está siendo el tiempo por allí, en el pueblo donde viven sus padres— tengo chisme.

Mis cejas se alzan buscando que empiece a hablar, no hace falta decir nada.

—¿Te acuerdas de aquel chico que conduce el autobús de mi pueblo?

—¿El tío guapísimo de pelo rubio con el que apenas has hablado, solo para decir buenos días, y te has subido adrede al autobús para verlo aunque no tuvieras que ir a ningún sitio? Sí, me acuerdo de él.

—Bueeno... creo que me he enamorado.

Eso... no me lo esperaba.

—El otro día lo vi en una cafetería, iba en el modo informal, ya sabes sin traje ni nada de eso. Estaba guapísimo y ¿sabes que se pidió?

—¿Qué?

—Un café con leche de avena —frunzo las cejas sin saber muy bien que está diciendo— ¡Es lo mismo que pido yo! Estamos destinados a estar juntos.

Madre mía.

—Estas yendo muy deprisa, ¿no crees?

—¡Es amor! No me juzgues a mí y a mis instintos femeninos.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora