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Hablemos, amigo mío.

—¿Y... cómo has dicho que se juega a esto?

—Sigo preguntándome lo mismo desde hace veinte minutos.

—Esperaaad. Dadme un momento.

La pantalla por fin se configura, los píxeles cobran algo de sentido y suelto una risa satisfactoria al ver que mis intentos por arreglar algo me salen bien.

Agarro el mando y pulso diferentes teclas hasta dar con el modo de juego que estoy buscando y por fin lo encuentro.

La puerta principal de casa se abre y Jonah aparece con unas cajas de pizza mientras Milo y Kate caminan a su lado. El olor impregna el ambiente y me encanta esa sensación cálida del hogar que me da esta fraternidad de locos.

—Dime que habéis traído algo de beber —Seb se acomoda en el sofá mirando hacia atrás, donde están ellos—. Me muero de sed.

—Y yo de hambre.

Aaron se levanta hacia las pizzas a lo que una voz le espanta. Me volteo dando con ella. Se notaba que faltaba.

—Ni se te ocurra —le señala con el dedo, amenazando solo como Grace haría—, o te corto la mano —exactamente así.

De una bolsa de plástico saca latas de cerveza que deja en la mesa que hay justo en medio de los sofás donde Nick y yo seguimos sentados y en menos de lo que habría esperado todos estamos sentados con la boca llena de pizza y cerveza a partes iguales mientras intentamos jugar a ese juego que salió hace años de la Playstation donde todo es risas y diversión... hasta que te das cuenta de los amigos que tienes.

El juego consiste en votar en diferentes preguntas quién es más propenso a hacer lo que a la máquina se le antoje. Y ahí fue mi error, el pensar que estaba tratando con personas capacitadas para poder jugar.

—¿¡QUÉ!? —ese fue el pequeño e inesperado momento donde todo se desencadenó—. ¡Yo no soy más propenso a tirarme a un viejo por su dinero!

—Es un juego, Nick.

—Me importa una mierda —ruedo los ojos pensando en qué momento fue buena idea pensar que mis compañeros serían personas decentes para jugar a un juego diferente—. Si ya sabéis cómo me pongo para que decís de jugar a esto.

—Porque supuestamente las personas van madurando con el paso del tiempo —me muerdo la lengua para evitar soltar una carcajada. Milo ha estado demasiado callado y soltar eso en mitad de la nada ha desencadenado otra oleada de ira en Nick—. Aprovechando que estás de estas maneras soltaré la bomba para las próximas semanas.

Todos dejamos de reír. No es por nada, pero Milo de lo único que nos habla normalmente es de baloncesto. Ya nunca habla de su vida personas, sentimental o... de lo ajeno a la universidad. De alguna manera cualquier tema que alguna vez nos ha dolido se ha esfumado. No sé si es buena señal por parte de ambos. Por la mia desde luego que si, pero ¿por la suya? Ni idea.

Hace meses que ya no hablamos como antes. Desde que su relación con Kate se ha hecho oficial a los ojos de todos está mucho menos presente de lo que nos gustaría. Últimamente las únicas veces que hablamos es en los entrenamientos y no se sale de los típicos temas.

No voy a decir que me molesta porque sería hipócrita. En fin, cada uno tiene sus problemas y cada uno sabe cómo afrontarlos. Supongo.

—Espera —habla por encima Aaron antes de que el capitán hable—. ¿Es lo que creo que es?

—Pues no sé, no sé leer mentes.

—Sobre el entrenamiento —añade y Milo asiente a lo que Aaron suelta una risa que llama la atención de todos—. Por favor, hazlo.

Precavidos sentimentales {Parte 1 ✔️ y 2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora