L'Historie d'une Vie |Percabeth|

|CAPÍTULO 1|

Para SophFrikk  quien siempre está para escuchar mis ideas

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Un fuerte estruendo hace que me despierte, solo puedo ver las grietas que aparecen en el cielo, llueve de una manera tan fuerte que es como si el cielo hubiese decidido romperse y vaciarse, dejándonos saber el peso de cuánta agua podía soportar, me levanto de mi cama para acercarme a la ventana y sentir el rocío en mi rostro.

Aquella acción que en mi niñez me causaba relajación y calidez se había visto empañada, pues antes de que pueda pensar en algo más siento como un brazo me rodea la cintura y el otro se dirige a mi boca para evitar que grite.

— Conten tu respiración— me susurra el intruso que se coló en mi habitación.

Mi mente no puede generar ningún pensamiento coherente, siento como si mi corazón fuera a estallar, su fuerza era solo comparable con el poder con el que los truenos impactaban en el suelo, podía sentir como el suelo se desvanecía de mis pies, y la habitación empezaba a dar vueltas. De mis ojos se empezaron a derramar las lágrimas, ¿este era mi final?. Lo siguiente que supe era que me encontraba en el suelo, no podía ver nada por la oscuridad, no sabía quién se encontraba sobre mi.

Sus manos empezaron a acariciar mis piernas y subir la bata que tenía, traté de apartar sus manos, quería luchar, sin embargo, un golpe suyo me dejó lo suficientemente aturdida como para tratar de escapar, aun así era consciente de que su mano se coló entre mis piernas, trate de levantarme y huir de ahí, por lo que di un golpe con mi rodilla en su entrepierna para poder salir.

Solo bastaron 3 pasos para que él intruso me tomara del cabello y regresara al suelo, sentí como todo mi cuerpo recibía el golpe, hizo que mi rostro quedara de frente al suelo. Empecé a llorar, me atrapó con su cuerpo, se sentó sobre mi trasero y atrapó mis manos en mi espalda. Ante mis sollozos solo pude escuchar una pequeña risita de burla por mi sufrimiento, quedo completamente inmovilizada y a su disposición.

— Por favor no me lastimes— supliqué a mi visitante nocturno— prometo que no diré nada de esta noche, pero te pido que te vayas por favor.

Una parte de mi quería creer que ese sujeto entraría en razón y se daría cuenta de la gravedad de sus acciones y que se iría y jamás regresaría, aunque la otra reconocía lo que sucedería esta noche. Ante mis súplicas solo atino a levantar mi bata nuevamente.

— ¡No!, te lo suplico, por favor no me hagas esto— suplique llorando, sin embargo, eso no detuvo sus acciones. Mi cabeza quedó enterrada en la alfombra de mi habitación, podía sentirlo, quería vomitar, quería morir en ese instante, cada fibra de mi cuerpo sentía completamente asqueada, cada que trataba de moverme para liberarme, descargaba su furia con sus golpes.

Vomite, un charco que casi no me dejaba respirar pareció la mejor forma de acabar con todo este sufrimiento, esto no podía ser real, esto debía ser una pesadilla, debía despertar y cuando lo hiciera iba a asegurarme de cerrar por completo cada una de las entradas a mi habitación.

Sentí como si hubieran pasado horas desde que este tipo se sentó sobre mí, podía escuchar sus gemidos, su voz ya se había quedado grabada en mi mente, la sensación de sus manos en mi cuerpo era algo que no iba a poder olvidar, pronto deja de moverse, una especie de líquido hace que mis piernas se sientan pegajosas. Rápidamente él se levanta con la intención de huir.

Veo su reflejo escabullirse entre la oscuridad, antes de alejarse por completo dirige su mirada a lo que deja atrás, a mi. Un ruidoso rayo ilumina el cielo, haciendo que la sombra de su rostro se desvanezca; sus ojos azules se quedan guardados en mi memoria de manera inmediata, su sonrisa cínica y la expresión de satisfacción que no abandona su rostro al escuchar mi llanto, sigue con su camino, como si su vida no hubiera sido afectada en lo más mínimo por el acontecimiento de esta noche, y sé que es así, su vida no cambiaría nada, sin embargo la mia acaba de ser completamente destruida.