CAPÍTULO 30. Un mundo de oscuridad, sé faro de luz.

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El frío invierno estaba terminando, las hojas pasaban de amarillas a verdes, las flores intentan asomar y el viento se transformó en una brisa suave de primavera, renovando el espíritu de aquellos que padecen el frío y disfrutan el calor.

Habían sido meses de intenso trabajo, de crecimiento personal y disfrute de la vida familiar, pero como en otras veces presintió que algo distinto estaba por irrumpir en la tranquila vida.

Giró en la cama, envuelta en el tibio acolchado, se desenredo de las suaves sábanas testigos de los interminables movimientos mientras dormía, a veces placenteros y relajados, otros no tan tranquilos, solía hacer lo que se llama errores para cambiar radical y definitivamente mi vida.- Respondió entre nerviosa e inquieta.

viajes astrales, por eso la cama le quedaba chica, despertaba cansada y el cuerpo le pasaba facturas.

Abrió los ojos pensando que tenía infinidad de cosas para hacer, siendo como es , las piensa y quiere hacerlas todas juntas, lo que le produce cansancio, una amiga astróloga le decía siempre que concentrará la atención y no se disperse con todas al mismo tiempo.

Se estiró tanto como pudo, le molestaban los tobillos, señal de que tenía que retomar los ejercicios, bajó los pies descalzos, no le gustaban las medias ni siquiera en invierno. Los pies eran dos brasas calientes en todas las épocas del año, se paró despacio para dejar que el cuerpo se acomodará, el esposo solía decir en chiste que dejaba el alma en la cama cada vez que se levantaba rápidamente, lo recordaba e intentaba salir despacio.

Revolvió en el armario viendo que tenía ganas de usar, se decidió por unos jeans, la blusa de colores claros y el saco liviano ideal para el día primaveral.

Bajó las escaleras con paso tranquilo, se dirigió al baño pensando en qué era la sensación que tenía sin identificar, un pensamiento rondaba en la cabeza pero no llegaba a descifrarlo.

Se cepilló los dientes, perfumó y maquilló, yendo rumbo a la cocina, disfrutaba de tener tiempo para desayunar tranquila.

Puso la pava, preparó el mate y buscó algo de música en la computadora, era el momento del día que se tomaba para ella, libro en mano para leer algo que le diera señal de cómo sería el día. Abrió "Dios me habló" en la página que decía: "Sé un faro de luz"

Comió la tostada con mermelada y analizó la frase, mentalmente pidió al Espíritu Santo que guiará el día. Solía estar media hora con el desayuno pero se había tomado unos minutos más como si inconsciente dilatará el tiempo para ir a la consulta.

Cada día le deparaba una sorpresa distinta, amaba el "trabajo" porque ningún día era igual al otro, aunque a veces eran los mismos clientes cada semana tenían una historia diferente.

Miró el reloj del comedor, hacía bastante que había dejado de usar el de pulsera, le encantaba como accesorio pero no estar pendiente del tiempo, ni que la gente le preguntará todo el tiempo la hora para correr de prisa porque llegaba tarde a algún lugar.

Ahora se le hacía tarde a ella que era puntual, prefería esperar a que la esperen, era hábito adquirido desde pequeña cuando su madre le dijo que ser puntual era respetar a los demás y a su tiempo, nunca lo olvidó.

Salió apresurada de la casa, los niños estaban en el colegio, el esposo en el trabajo y ella pensó que sería un día más.

Llegando al consultorio empezó a sentir inquietud, a pesar de las habilidades acostumbraba racionalizar primero lo que sucedía, se cargaba de incertidumbre porque no era explicable, ni lógico ni razonable lo que le ocurría, entró e intentó prender la luz que no encendió, pensó que estaba quemada, la cambiaría antes de que llegará el cliente.

Despertando: Encuentra tu propia luz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora